Una inquietud

Dicho así, puede parecer una pregunta. “Perdón, una inquietud”, es un tipo de interrupción que se usa mucho. Es previsible que hoy haya muchísima gente con ganas de decirles a la Presidenta y al ex presidente, desde ayer la cabeza del PJ, “perdón, una inquietud”. Porque hay cosas que inquietan, sin ir más lejos la salida de Lousteau. ¿Qué explicación se le atribuye a esa salida? ¿La que uno decida creerle al columnista político cuya versión elija o le toque en el diario de la mesa del bar?

Y es de esperar, en virtud del vendaval desatado, que en Gobierno se comprenda que si hay vendaval es porque no están solos, que son acompañados en la neblina simbólica y violenta que en estos días en parte reflejan y en parte generan los medios. Pero que la energía para enfrentar momentos difíciles debe encontrar su flujo constante y rítmico hacia arriba y hacia abajo. Y que no hay otra manera de que esa savia fluya que no sea a través de la comunicación. El Gobierno es responsable de cómo comunica sus medidas, sus diagnósticos y sus políticas. El Gobierno es responsable de generar, como dice la Presidenta cuando usa una palabra que irrita sobremanera a los dueños de los medios, su propio “relato”. Si no hay relato propio, hay ajeno.

La situación política nacional, con los ruralistas y los medios apantallando todo el día versiones e interpretaciones dramáticas, incluso con relojitos que hacen parecer la “tregua” como un acuerdo entre dos partes de iguales, y que le dan incluso al relojito el sonido de una bomba, se enrareció de un modo tan vertiginoso y tan beligerante que es necesario dar herramientas discursivas y argumentales a los ciudadanos. Ese lugar no se puede dejar vacío, porque por definición se llena. Así como a esos ciudadanos les habría gustado que el discernimiento entre pequeños productores y pools de siembra hubiera quedado expuesto desde un primerísimo momento, para ahorrarse días de malestar e incertidumbre, hoy también necesitan saber por qué se fue Martín Lousteau. Es imprescindible pensar este escenario con alguna lógica que nos salve de repetir como idiotas la cantidad considerable de idioteces que se escuchan todo el día.

Al Gobierno hoy se lo ataca y se lo defiende. Pero así las cosas, hoy, inermes frente a una información dirigida no a informar sino a generar sucesos, tampoco los ciudadanos que interpretan este momento como el de una puja decisiva pueden quedarse sin palabras ante hechos que no comprenden o los sorprenden o los inquietan.

Esa es la inquietud que provoca el alejamiento de Martín Lousteau. Hoy hay en danza muchas versiones; los ciudadanos críticos con los críticos se han vuelto buzos expertos en sumergirse entre líneas. Decodificar cansa. No cuenten con semejante inversión de energía ni a corto plazo. Es obvio que cuando la Presidenta habla de “relato” no se refiere a un “cuento” ni a una ficción sino a la acepción que “relato” tiene desde hace ya décadas en las ciencias sociales. Una construcción de sentido a partir de datos reales. Nadie puede escaparle al relato en ese sentido. Ni en lo privado ni en lo público. Pero cuando se le pide la renuncia a un ministro de Economía y hay zumbidos de modales jacobinos por parte de otro funcionario flotante, y hay embestidas por los cuatro costados, el Gobierno debe admitir que la comunicación es un área oficial descuidada, desértica. Hay una inercia peronista, se diría, que se cree capaz de prolongar la magia más allá de donde lo aconseja la razón.

Compartí tu aprecio

5 comentarios

  1. Los medios siempre fueron hipersensibles a toda crítica, por más acertada que ella sea. Incluso, cuando se despiden periodistas se lo toma como un ataque a la libertad de expresión, en vez de una reducción por agudos económicos ó porque se le piantó al director y punto.

    Coincido con la Sra Pdte sobre el asunto de los medios y sus relatos: puede irritar tanto como para que, en vez de discutir esos relatos y la sobremanera de crear angustia y desinformación (escena del relojito campestre, los asesinatos, los burdos informes de América y Canal 9 sobre toda clase impensada de peligros, etc) se la ataque ?

    Aclarando que no la voté, con lo cual no hago una ¨defensa¨ boba, los medios los han elevado (por falta de legitimidad en las instituciones) a una categoría tal que cualquier comentario ya roza un agravio a su supuesta sacralidad.

  2. Sandra:

    Lo que voy a plantear no tiene que ver con tu reflexión en este post directamente.
    Pero no puedo dejar de señalar que conociéndote sólo a través de los que generás como periodista, sos para mí una de las voces mas confiables en los medios. Lo que por una lado no debería ser tan difícil, porque voces confiables no abundan, pero no deja de ser meritorio ser digno, tener capacidad en lo que se hace y compromiso.
    Leo en el post una reflexión de buena leche para un gobierno que está bajo fuego graneado. Y no puedo dejar de pensar que viene de alguien a quién acciones de personeros de ese Gobierno la han jodido lo suficiente como para que estuviera tentada a sumarse a la alegre caravana de calumniadores, vendedores de pescado podrido y oportunistas que, a título gratuito u oneroso, se suman al «Péguele a Cristina».
    Me confirma eso, si hiciera falta, acerca de tu confiabilidad y de tu honestidad. Elementos que necesito saber, o por lo menos creer, tiene la gente que me ayuda a formar mis opiniones.
    Ese saber donde esta lo primero y donde lo accesorio, aunque duela, es una virtud no tan frecuente como debería ser. Gracias.

  3. Lo que pasa es que el Estado, como actor social, está impedido de construir un relato, tanto para contraatacar al de los medios, como para pararse en otro punto de vista y otorgar a la sociedad nuevos elemento para el analisis. Y eso basicamente por la visión que se tiene (generalizada) del Estado: es corrupto, miente, hace trampa, solo sirve para hacer negocio, no se debe meter en el mercado, es faccioso, manipulador, etc. Adjetivos que bien le caben a los medios.
    Y por eso el Estado ha perdido credibilidad. Primero por los ´90, que lo constituyó en mala palabra. Y luego, el sentido comun, que demonizó su figura al punto de creer que el Estado no debe meterse en nada…Pero es exactamente ahí dónde deben aparece las politicas de comunicación, algo que a este Gobierno le cuesta y bastante. También hay que saber a que se enfrenta…
    Saludos

  4. Me cuelgo con los comentarios sobre medios (más allá de la explicación que todavía nos debe el gobierno sobre la salida de Lousteau).

    Esta situación pide a gritos un Televisión Registrada pero de diarios. Canal 7, despertad. Vendría a ser un Diarios Registrados y sería divertidísimo.

    En el primer programa un poco de historia. Todas las tapas de Clarín en la dictadura. Si algún televidente descubre las palabras dictador o dictadura en los títulos se gana un viaje a la isla Margarita.
    Segundo programa las tapas de Clarín durante la protesta de los piqueteros rurales. Si algún televidente descubre la palabra piqueteros en un título se gana un viaja alrededor del mundo.

  5. Algunas otras «inquietudes» para construir el «relato»:

    Cual es la identidad politico-ideologica de este gobierno cuando se asocia con:

    actores progresistas del tipo de Moyano, los gordos de la CGT, los intendentes del conurbano. Que paso con la transversalidad? la nueva politica? la CTA?

    periodistas comprometidos con la lucha por los derechos humanos y los valores democraticos como Hadad, Feinmann, Gonzalez Oro y otros golpistas conversos. Son Infobae y radio 10 los paradigmas del periodismo serio y democratico que quiere este gobierno?

    Alguna explicacion?
    saludos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *