Derechas y discursos de odio

La crueldad discursiva de los sectores hegemónicos se hace cada vez más explícita. Nota de Jorge Elbaum

El viernes 5 de noviembre falleció la cantante Marília Mendonça en un accidente aéreo. La joven de 26 años era una de las máximas exponentes de la música folclórica brasileña conocida como sertaneja. 

Millones de personas lloraron a una joven de 26 años que se había convertido en una referente de un estilo de la canción popular asimilable a lo que en Argentina fue el interprete cordobés Rodrigo. 

La cultura de masas suele tener una dinámica de idolatrías apasionadas. A través de ellas los  sectores populares dinamizan sus elecciones emocionales y las convierten en rito de canción, de encuentro y de sosiego.  

A Marília la querían y admiraban porque la sentían auténtica. Transmitía ese dejo de ternura humilde,  sin pretensiones de diva, que suele atrapar y embelesara las audiencias. E  

Dos días después de la tragedia aérea, el diario Folha de San Pablo publicó un obituario en la que la caracterizó como una artista “que tenía problemas de sobrepeso” y que “no cantaba bien”. 

Los discursos de odio, en este caso alineados con la gordofobia, se han extendido como una nueva peste a nivel global. La estigmatización de grupos racializado y/o vulnerables viene escalando sin reparos políticos., mediáticos ni sociales. El desprecio se normaliza y los señalamientos inferiorizantes son pronunciado sin el más mínimo pudor. 

Las derechas han abandonado el clóset de lo políticamente incorrecto: defienden su prerrogativa de atacar, despreciar y humillar. No sienten que sea cuestionable la degradación de lxs otrxs. Todo lo que sea subalterno lo ven como subversivo. Todo lo que no pueden contralar lo demonizan. Más aún: ser creadores de etiquetamientos despectivos les brinda un  halo de legitimidad. Se puede culpabilizar a los pobres de su pobreza (en nombre de la meritocracia), ridiculizar a los inmigrantes, estigmatizar a los islámicos, ultrajar a las comunidades LGTBI+ y/o convocar al exterminio o la desaparición de kirchneristas o zurdos. Todo vale para las crueles propaladoras del sentido común neofascista.   

Con su prédica se instaura, en forma paulatina, un culto naturalizado del sadismo, cuya justificación básica responde a la defensa y continuidad de un sistema económico que reparte bienes, servicios y beneficios de forma inequitativa. 

Las nuevas derechas, desbocadas, reaccionan de forma convergente ante las nuevas olas de democratización, que intenta desenmascarar las lógicas del sometimiento. 

Al igual que al inicio del siglo XX, los grupos concentrados regurgitan su temor ante la evidencia de una crisis global. Esa perturbación tiene sede en lo que se denomina occidente. Y pone en evidencia la incapacidad de la (supuesta) civilización para dar respuestas a la devastación que produce. 

El terror que les causa ese tembladeral, convierte a los sectores hegemónicos en odiadores seriales. 

Su discurso deviene en una trituradora de subjetividades. De ahí su rechazo visceral todo lo que se relacione con estéticas populares o pasiones que se diferencien del sentido común que pretenden imponer. 

Estas nuevas derechas solo tienen capacidad de asimilar las identidades que demuestran ser capaces de oponerse a la democratización de la vida. Todo lo que pueda escapársele se convierte en peligroso y como tal en digno de ser hundido o aniquilado. Lo que se presenta como popular –pero al mismo tiempo opuesto a la violencia–, trastoca su lógica patriarcal más brutal.

Las grandes batallas del siglo pasado retornan en formatos inesperados. La batalla es al mismo tiempo estética, ética y política. Habrá que darles pelea. 

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2 comentarios

  1. Monumental escrito de Jorge Elbaum.
    Muestra al monstruo tal cual es .
    Los medios , muy perversamente , han articulado una puesta en escena de odio, valiéndose de algo aparentemente beneficioso, como seria desacartonarse, desinhibirse, liberarse de ataduras internas , convencionalismos, prejuicios, tabúes, pudores, represiones a las puldiones .
    De esta manera formatean un individuo instintivo , hiper carnal, desaforado, carente de compasión hacia sus semejantes y destructor de su medioambiente .
    Así aparecen en escena personajes horrendos , como Csnosa , los y las » periodistas » de TN , Clarin , LNacion , América , Infobae , secundados por otros estrafalarios , como el Dipy , Casero , Juan Acosta , Yanina Latorre ; y otros , odiadores compulsivos , como Brandoni , Campanella , Oscsr Martinez .
    El objetivo primario que persiguen es llenar de materia fecal la pantalla, el éter, las redes , las páginas de los tabloides.
    Ante el cuadro de descomposición descripto , lo peor que se puede hacer es observar una actitud pasiva , indolente, negligente , contemplativa, como mostrando desinterés y buscando dejarlos expuestos ante la sociedad .
    Craso error . A este estiércol no le interesa su imagen. Cuentan con el aval de la embajada, los medios y el judicial. O sea , siguen el guión de la oposición venezolana ; que por cierto ha fracasado estrepitosamente.
    A este respecto , es indispensable la abnegada labor de los comunicadores que advierten este flagelo, y lo exponen abiertamente.
    Ya dijo Fidel Csstro que en este siglo la lucha es por las ideas . Las ideas , que surgen de la razón, son un estadio alto de la conciencia humana. Eso los derrotara categóricamente, porque lo de este estropicio es la barbarie. Necesitan valerse de personajes grotescos; de la misma manera necesitamos valernos de mentes iluminadas, esclarecidas .
    Denunciarlos, una y otra vez . Ese es el camino a seguir .

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