El 31 de diciembre de 2015 salió publicada en La Nación una nota firmada por Jaime Rosenberg que busqué recientemente, porque me había impactado casi fotográficamente: algunas de esas palabras, las atribuidas al ex presidente Macri específicamente, me produjeron el horrible escozor del mal presagio. El presagio de lo siniestro. Titulada “Macri decidió avanzar sobre la ley sin pensar en costos políticos” –se refería a la Ley de Medios–, en el anteúltimo párrafo se leía: “´A trabajar. Quiero gente presa´, le repitió Macri, medio en serio y medio en broma, a un funcionario recién ingresado en la función pública que reaccionó con cara de pánico. La decisión de ´mostrar autoridad´ aun entrando en terreno fangoso parece ser la consigna”.
Dos semanas después era detenida en Jujuy Milagro Sala. Y en los meses siguientes, en este espacio se escribió: “Si se quiere saber el rumbo de este gobierno, hay que mirar a Jujuy”.
Ahora que están saltando evidencias, registros, testimonios, pruebas de lo que significó esa palabra inglesa cuya traducción es “guerra jurídica” pero que es incompleta si no se dice “guerra jurídico mediática”, se ve mejor. Gran parte de las falsas denuncias sobre las que trabajó el lawfare estuvieron basadas en noticias falsas, escritas por operadores que no hacían periodismo sino que se implicaban en un juego macabro haciendo uso de la acepción de “periodismo” para ejercer simple y llana acción psicológica, se valían del espionaje y mentían a conciencia sobre escuchas, hechos que nunca habían sucedido, inventos bizarros que costaron la libertad de mucha gente, es oportuno volver al plan de acción inicial: “Quiero gente presa” no era medio en broma y medio en serio. Era en serio. Era una manera de gobernar de espaldas a la Constitución.
En estos oscuros días de pandemia, ese mismo partido comandado por un gran jugador de paddle creó una usina de mensajes engañosos para desesperar aún más a los desesperados. Nadie objeta la desesperación del que por las restricciones debe dejar de trabajar y por lo tanto de ganar su sustento. Nadie objeta a quienes marchan en el momento en el que hay que frenar la circulación de gente, y me refiero a los movimientos sociales a los que no se les ha garantizado su modo de subsistencia en un país diezmado por ese puñado de ricos sin escrúpulos y por los que hoy el Estado está obligado a pensar y repensar de qué manera los asistirá en esta emergencia.
Pero no me refiero a esa parte del pueblo. Me refiero a los que reclaman como Yamil Santoro ir a “tomarse unos tragos” a una plaza, me refiero al hedonismo exacerbado por los grupúsculos de malvivientes que hacen necropolítica porque otra cosa no saben hacer.
Hoy se habla de la “salud mental” que pone en jaque la pandemia, el encierro, la falta de “socialización” de los niños y los adultos, de la depresión que acarrea no poder retomar la vida normal, cuando en ningún lugar del mundo esa “vida normal” es posible.
Pero me quiero referir a otro tipo de salud mental herida, a otro tipo de depresión que transcurrió en el más absoluto silencio, y es el que los representados por los dirigentes políticos encarcelados, amenazados, injuriados, degradados, fusilados civilmente, padecieron con ellos la persecución. Me quiero referir, sí, a una parte del pueblo que apoyó y puso el cuerpo mientras pudo, y fueron años, muchos años, para defender un Estado inclusivo que los contenía y que los visibilizaba. A los hombres y mujeres comunes y corrientes que tuvieron que soportar el costo psíquico de las peleas con amigos y familiares y vecinos, por peleas desatadas por mentiras.
A los que en la década pasada volvieron a sentir orgullo por una patria recuperada, y de pronto se vieron acechados por injurias, y debieron refutar, sin argumentos –porque también acallaron las voces que hubieran podido dárselos– que no había dólares enterrados en la Patagonia, que Cristina no se había robado dos PBI, que Boudou no conocía a Vanderbroele, que Milagro no había creado “una estado paralelo” porque cuando comenzó a crear su organización en Jujuy no había Estado sino lo que hay ahora: una tómbola de privilegios y una impunidad que quita el aliento.
El lawfare no solamente se dedicó a perseguir opositores, porque esos dirigentes eran sí representantes de una parte del electorado que en tanto representados padeció con ellos y ellas cada mentira, cada indagatoria, cada denuncia pérfida presentada en base a noticias que quienes las firmaban sabían que eran falsas: no estábamos ante dos modos de entender el Estado, sino ante dirigentes que pugnaban por redistribuir la torta, calumniados y hostigados, en sus propias personas y en algunos casos en la amenaza de perseguir a sus hijos e hijas, de un lado, y del otro por una banda que se robó 44.000 millones de dólares, que hizo innumerables negociados ilícitos y que para hacerlo necesitaba “gente presa”.
Vaya una caricia para todos esos militantes, simpatizantes, personas que recién en esa época sentían que había una patria que defender y que se la estaban robando. A todos los millones de argentinos y argentinas que absorbieron la angustia de presenciar el horrible espectáculo de un país sin justicia, en el que los líderes o funcionarios en los que ellos creían fueron denostados, ridiculizados y echados al horno de la infamia.
Subsanar los estragos del lawfare también es una reparación psíquica además de política para todas esas personas de bien que pintaron paredes, repartieron volantes, acompañaron como pudieron a sus representantes. De esta salud mental herida no se ha hablado. Es hora.
Que buen texto Sandra! Nos incluye y gratifica amorosamente. Realmente nos siguen haciendo mucha falta estas muestras de reconocimiento pues esto no terminó, y a veces…invade la sensación de desamparo y pequeñez ante tremendo poder que le resta sentido a todo esfuerzo militante, máxime en estos tiempos donde el abrazo y la compartida con los compañeros escasea harto para los más maduritos…
¡ Cuánto regocijo me provoca leer esto ! Pone en palabras , como siempre , las sensaciones y certezas que nos atravesaron en esos años diabólicos.
Desde que veía el accionar de los medios , y el sucedáneo actuar del judiciañ ( en minúsculas ) me di cuenta que existía una asociación ilicita entre los medios y el judicial. La última valla de defensa del Estado de Derecho de la ciudadanía se había transformado en una mafia escandalosa y desembozada , comandada por la corte supremita, en la figura enlodada de su titular , Lorenzetti; y luego , Rozencrat4 . ¡ Qué esperanza podíamos tener !
También recuerdo en esos años infames y aciagos al programucho horrendo de Intratables . Lo solía mirar . Me enfermaba . Su conductor repugnante , Del Moro ; sus panelistas despreciables , Villouta , Plager , Savoia y tantos otrxs , desplegaron una maquinaria infernal de operaciones , agravios . El infame de Vila dijo que se vio obligado a hacerlo . Mentira . Lo hizo porque es un carroñero , un despreciable .
Es horrible ser perseguido . Lo sé por experiencia personal. Trabsje en una repartición del Poder Legislativo, donde un padre era el director , y su hijo era su secuaz . Cometían toda clase de tropelías, a las que nos vimos obligados a enfrentar , derrotandolos felizmente .
Lo mío fue una pequeña muestra de los que sufrieron lxs dirigentes politicxs y lxs periodistas que acompañaron ese proyecto llamado kirchnerismo . Una variante , la mejor , del peronismo . Pero lo que padecí me sirve para justipreciar el oprobio que debieron soportar durante esos 4 años horrendos .
El daño causado ha sido incomensurable . Debe ser reparado , míoral , jurídica, económica y socialmente . Inevitablemente deben pagar , yendo a la cárcel, operadores , fiscales, jueces , camaristas federales y de Casacion , miembrxs de la Corte , ¡ y periodistas ! Fueron los ejecutores mediáticos que prepararon a la sociedad para el gran timo . El macrismo fue » La Gran Estafa » .
Sandra Russo , una vez más , recurre a su extraordinaria visión profética, anticipandose a lo que vendrá , marcando el camino a transitar .
Sin dudas se necesita una reparación a tanto daño ocasionado. No sé admiten postergaciones .
Maravillosa, como siempre, Sandra Russo!!! GRACIAS POR TU ESCRITO!!! Gracias por «tu caricia». Sí, se sufrió mucho. Se sigue sufriendo. Y se sigue aclarando. Explicando a alumna/os adolescentes dañados por tanta mentira una y otra vez. Y se lleva en el alma el dolor y el consuelo que no llega por no tener el derecho de verte y escucharte en los medios. Se te extraña, como a cada una/o de tus compañera/os en aquel magnífico 678 que no va a volver porque no parece ser del interés de nadie de este gobierno que así sea. Gracias otra vez. Te saludo DE PIE, por tu grandeza emocional e intelectual. Rara vez viene juntas. En tu caso, sin duda.