En los 70 Mariana repartía volantes contra la dictadura. Estaba en cuarto año de la secundaria. Un día aparecieron en su casa, donde vivía con sus padres. Ella no estaba. Los golpearon y se llevaron el televisor, la heladera, y ahorros. Al día siguiente Mariana partió para Israel y no volvió nunca más. Sus padres fallecieron poco después y no pudo despedirse. Mariana estudió computación, se casó y tuvo una hija.
—¿Hola Pau? ¿Cómo estás?
—¡Hola Mariana! ¡Qué alegría! Estoy en el Once, me vine a comprar unos calzoncillos para José.
—Ay, el Once, ¿a ver? ¡Mostrame!
—¿Qué te muestre qué?
—El Once, los negocios, la gente…
—Bueno. Eh, pará… Ahí está. Mirá, rajaron a todos los vendedores ambulantes pero vuelven.
—¡El colectivo 71! Es el 71 ¿no? Yo tomaba el 71 para volver a casa. ¡Que lindo colectivo el 71, sigue siendo blanco. 71, 71. Y también tomaba el 118, 118. Mostramelo de frente el 71, quiero ver el número ¿no viene uno de frente? Mostrame por favor te pido.
—No, no viene… justo se fue. Viene el 68.
—El 68… El 68 me acuerdo que venía seguido, Mostrame. El 118 también venía seguido pero no tanto como el 68 todo blanquito él. A veces también tomaba el 118 para ir al cole. 71, 118, 68… ¿Tenés un boleto con vos? ¿Cuánto sale el boleto? Mostrame uno, mostrame un boleto plis.
—No hay más boletos, ahora es con una tarjeta.
—Mostrame, mostrame la tarjeta.
—Es una tarjeta… no hay mucho para mostrar. Mirá.
—“Sube” dice, sube qué? ¿Como para que subas, como una invitación? ¿Por qué le pusieron sube?
—No sé, sistema urbano y qué se yo. Bueno che, entro a comprar…
—No no, no cortes por favor, dejáme ver como comprás.
—Voy a comprar calzoncillos, tampoco es una gran aventura.
—No boluda, dejáme ver como compras calzoncillos. Para José ¿no? ¿Siguen juntos? ¿Cómo anda José?
—Si nena. Bien anda, salvo por el temita de la próstata. Se levanta cada media hora y me despierto también viste. Me parece que se va a tener que operar.
—¿Pará, mostrame la vidriera. ¿A cuánto están los calzoncillos?
Paula entró al negocio con el celular encendido. Le pidió dos calzoncillos tamaño XL al vendedor. El vendedor volvió con unos muy coloridos y baratos y otros de marca. Paula se llevó los más baratos.
—Te llevaste los más baratos. ¡No cambiaste nada eh jaja!
—Total, la única que los va a ver soy yo. Supongo. ¡Espero!
—¿Qué calle estás ahora?
—Sarmiento.
—¡Ay Sarmiento! El padre de la educación ¿Sarmiento y qué?
—Sarmiento y Azcuénaga. Bueno Mariana, te dejo porque se me está haciendo tarde.
—¡Azcuénaga! Yo vivía en Sarmiento y Castelli, te acordás? Ahí nomás. No lo puedo creer. Azcuénaga. ¿Quién era Azcuénaga? De la primera junta no? o la segunda. No me acuerdo. En Sarmiento está el negocio de don Jorge ¿Todavía estará? Uno que vendía pelotas de goma. ¿No te podés fijar si sigue ahí? siempre me decía algo el muy pedófilo, en Sarmiento entre Azcuénaga y la otra, para el lado de Pueyrredón. Pueyrredón. Pueyrredón. Que lindo que suena. Pueyrredón. Azcuénaga, Castelli, Paso, toda la primera junta, pero Primera junta está en Caballito. Caballito. Caballito.
—Mariana, voy a llegar tarde…
—No sabés que alegría me diste. Pará. Lo último que te pido y te dejo. Mostrame mi edificio. La puerta. Quiero ver mi edificio, la puerta de mi edificio. Sarmiento 2145 4b. Es a una cuadra. Pero mientras andá mostrándome los negocios, y las calles. Ah mirá, hay un montón de negros ahora ¿qué venden? Anteojos venden. Como me gustan los negros. Digo los anteojos. los anteojos negros. Los negros y los anteojos y los anteojos negros. Todo me gusta ¿De dónde son? de Etiopía seguro. Pará, preguntále a ese. Mira qué negrazo que lo parió.
—No le voy a preguntar, olvidáte.
—Dale preguntále, decíle que es para una amiga.
—¿Estás loca?
—Decíle que soy antropóloga qué se yo, y estoy haciendo un estudio sobre los negros que venden anteojos en el Once.
—Hola.
—Hola.
—Eh… que lindo el anteojo, ¿Cuánto sale?
—3500.
—Ah… y… ustedes de dónde son?
—¿Ustedes quiénes?
—Pau
—Pará
—Pau.
—¿Qué querés ahora?
—Pasále el teléfono quiero preguntarle algo.
—Estas loca.
—¿Va a llevar el anteojo? ¿Quiere ella hablar conmigo? Páseme.
—¿Hola, cómo te llamas?
—Eurístide
—Eurístide… Eurístide ¿Y de dónde sos?
—De Etiopia.
—Etiopía. Viste Pau, te dije, eran de Etiopía. Son re inteligentes los etiopies.
—No escucha amiga tuya de vos, vos hablando conmigo, y ella mirándose en espejo como le quedan anteojos.
—¿Y cómo le quedan, le quedan bien? Hacéle un descuento que es muy amarreta.
—No hay descuento. 3500. No hay descuento. Ya es muy barato.
—Un gusto Eurístide, le devuelve el teléfono a Paula, a mi amiga.
—Pau.
—Me los compré.
—¿A ver cómo te quedan? Ah, re lindos te quedan. No sabés la alegría que siento. Me mostrás la vereda, ¿todavía es amarilla con rayitas? ¡Ah no! son otras baldosas, las cambiaron. ¡Horribles son estas que pusieron todas grises! ¿Porque pusieron baldosas grises horribles? Más lindas eran las amarillas con rayitas. No te olvides de mostrarme la puerta de entrada de mi edificio, Sarmiento 2145, y no te pido nada más, te juro, ahí estás, ¡gracias Pau! ¿le sacas una foto, dale sacále una foto, es lo último que te pido. Y también una foto al portero eléctrico. Mandamela eh. Ah, mirá, hay una mesa en el palier, antes no estaba. Horrible esa mesa. ¿Enfrente está la escuela de yoga? Yo iba ahí. ¿Me mostrás? Mostrame la escuela de yoga, por favor: ¡Mostrame!