El 25 de mayo de 1810, sin redes sociales, los grandes debates de la gente común se hacían en Cafés o lugares de encuentro como la Jabonería de Vieytes. Pero hay que sacarle a esta fecha todo el lastre protocolar y despolitizado de un falso folklore conservador; y volver a pensar aquellas jornadas como un acto muy riesgoso, una voluntad de recuperar el poder en manos del pueblo. Si los revolucionarios de mayo hubiesen especulado, o se hubiesen mostrado «cautos, sobrios y racionales», no hubiera pasado nada.
Foto: Carlos Brigo