Qué navidad de mierda y al mismo tiempo qué navidad abre ojos. Quizá, y digo quizá porque la dinámica de los pueblos es enigmática, esta navidad de mierda, de edificios y calles sin luces, de heladeras vacías, de no arbolitos con los no regalos, o todo eso reducido a una expresión mínima.
Es más que ideológico, es una pulsión vital. Se ha votado por la ira, el odio y el saqueo, y eso ha sido posible por un engaño mancomunado entre muchos excrementos, que han recibido muchos dólares.
Milei trajo la idea de la casta y le funcionó. Pero esta navidad de mierda lo muestra como el Salieri de Sturzeneger, casta chorra e impune como pocas.
Le rezo a un santo para que esta navidad de mierda nos sea útil, y será útil si nos sentimos pueblo y no audiencia, pueblo y no marketing, pueblo y no canallas caretas perversos que se ríen de nuestra desgracia como si fueran vampiros de nuestra felicidad.
Ojalá haya una percepción colectiva, esta navidad de mierda, de que no somos ganado ni manada, que no somos objetos taladrados por plataformas que nos cosifican, que no queremos sufrir y ver a tantos sufriendo alrededor.
Ojalá esta escena pornográfica y dominada por un narcisismo presidencial recargado por su omnipotencia, ojalá los muñecos que lo rodean, sobrevivientes de tragedias populares con las que colaboraron, abra los ojos de muchos. No hay sector decente que no haya sido castigado, ni sector poderoso que no gane.
Ojalá esta navidad de mierda ayude a las conciencias de todas las buenas personas. Es la única salida. De abajo para arriba. Que lo pasen con amor, si no es con felicidad. Amor siempre hay.