Oigo huesos que claman desde todos los Centros Clandestinos de Detención
Los eufemismos con que no se animaron a nombrar a la Tierra de la Picana o a los Campos de Exterminio.
Veo zapatillas abandonadas en una ciénaga que aúlla
un plato hondo al costado de una piel quemada por la tortura.
Y, como contrapartida, vienen los pañuelos grabados con nombres en letras de sangre:
hilos que deslizan sus frases de aguja en el contorno de la amargura y la dignidad.
Múltiples letras, asisten a verte con el puño en alto
en vuelo bueno de pañuelitos verdes aferrados a las muñecas.
Vamos de vos hacia la vida
desde la convicción hasta la casa donde se velan nuestros adioses más tibios.
Es hora de llamarte para que seas albacea
de esta tierra que cruje junto a tu legado
en el vértice lingüístico de una lámina temporal de crueldad.
Con vos, Norita.
Hasta la geografía donde nos guiaste ir.