Uno. El tema nos afecta a todos. Una de las excusas de los promotores del presente statu quo, para evitar la disputa, es que el tema no pertenece a la agenda de “la gente” sino que es una preocupación exclusiva de “los políticos” o, más despectivamente, del kirchnerismo. Se trata de una verdad a medias, que es lo mismo que una media mentira.
La maquinaria del lawfare se ha ensañado especialmente con dirigentes de ese espacio político pero, como lo demuestra la causa ARA San Juan, puede ocuparse de otros targets sin prurito alguno. Es decir, las víctimas efectivas conforman una lista determinada, pero en la de víctimas potenciales estamos todos, sin excepción.
No se trata sólo de terminar con el obsceno colecho de jueces,fiscales, espías y periodistas que propició el macrismo. Se trata de que los ciudadanos comunes no se sientan indefensos y humillados cuando requieren de la justicia, que es un bien público, como la salud o la educación, para sus asuntos cotidianos. Cualquiera, politizado o no, que haya dirimido en tribunales los términos de un divorcio o una disputa entre vecinos, ha experimentado esto en carne propia.
Dos. Cambió el escenario. Los futboleros sabemos que hay momentos bisagra. Una expulsión, un penal errado. Un momento en que las cosas dejan de ser exactamente como eran. El dominador se ve vulnerable. El dominado se envalentona. O en las relaciones de pareja: quien se negaba a ver la realidad se choca literalmente con la evidencia, decide que ya fue suficiente y encara.
Algo de ese orden ocurrió en las últimas horas. El video de la reunión en el Banco Provincia en el que el entonces ministro lamenta no tener una gestapo es demasiado explícito -los encontraron con los pantalones en los tobillos- y abre demasiados frentes al interior de JxC. Tanto que pasan las horas y el silencio de las principales figuras de ese espacio se vuelve atronador.
Hasta para un gobierno inactivo y temeroso como este, constituye una oportunidad inmejorable. Al punto que, probablemente, el costo de no tomarla sea mayor que el de avanzar. Porque si algo aprendimos de las estructuras de poder macristas es que no hay con ellos equilibrios ni treguas posibles. Vas por ellos o vienen por vos (por mi, por nosotros, por todos).
Tres. Ahora, la política. El tema debe permanecer en el centro de la agenda. Los funcionarios y legisladores deben mencionarlo en cada intervención o reportaje, aún cuando no se les pregunte por él. Deben interpelar a sus pares. En una batalla desigual, no hay margen para distracciones ni omisiones.
¿Qué opinan los radicales, por ejemplo? ¿Qué opinan los protagonistas del video, en su calidad de víctimas de espionaje ilegal? ¿Podrían considerarlo fuego amigo? Vidal manda a armar causas. Macri la filma. Si se cagan la vida entre ellos de esa manera, ¿qué nos harían a nosotros,si pudieran?
El escándalo no es automático ni la indignación general. Deben trabajarse con meticulosidad de orfebre. Si bien, como señala en sus trabajos el suizo Christophe Clavé, el coeficiente intelectual promedio viene remitiendo hace más de una década, probablemente vinculado al empobrecimiento del lenguaje al que invitan ciertas plataformas y redes sociales, no todo está perdido.
Algunas cosas, cuando no se comprenden del todo, se pueden intuir. Si no es ahora, cuándo.
Gran nota de Garriga .
Tiene olfato . El tema es que Fernández no es Kirchner.
Fernández es un comentarista anodino de la realidad . Escoge cuidadosamente las palabras , por dos motivos . 1 ) sentar su posición ( que a nadie le interesa ) ; 2 ) no agraviar a nadie . Su extrema pulcritud al expresarse , es para que nadie se sienta tocado. Parece un director de Ceremonial y Protocolo .
Los logros , terminar con el judicial putrefacto, desprestigiando brutalmente a los medios que lo patrocinan, sólo será por obra y gracia de la atropellada popular .
El punto es que si Fernández no arbitra con firmeza , puede producirse derramamiento de sangre .
El fin del judicial está al caer .
Se la buscaron.