Desde Belém do Pará
Esta tarde, la cita es a las cuatro en la plaza céntrica de Belém. Allí, las decenas de miles de participantes se verán las caras por primera vez, aunque en estos días previos se intuyeron, se cruzaron y se esparcieron en los eventos descentralizados que funcionan en paralelo. Por octava vez consecutiva, el Foro Social Mundial, después de haber cruzado el océano un par de veces y realizarse en Africa y Asia, vuelve a una América latina muy distinta a la que lo vio nacer. La crisis global es el inevitable disparador de los paneles. Es que esa crisis fue temida, anunciada, anticipada por muchas voces en este Foro a lo largo de los años. Y esa certeza es la que reafirma a los miles de participantes de todo el mundo, miembros de organizaciones sociales muy diversas pero todas ellas con un eje, que es el de siempre: otro mundo es posible.
El vuelo hasta San Pablo, el domingo, fue común y corriente. Pero en la sala de embarque de la conexión a Belém el Foro ya estaba allí. Esa noche, ese vuelo se llenó de pelos enrulados, caras cetrinas, ojos aindiados, sandalias artesanales, sombreros ceremoniales. Las notebooks se mezclaban con libros, cuyos títulos no eran los de un best seller. A mi lado, un joven leía Colombia posmoderna, mientras más allá una feminista guatemalteca charlaba en inglés con un europeo de origen incierto pero de pelo largo trenzado. Un vietnamita le explicaba a un chileno que habla tan bien el español porque no para de recorrer el continente. Y una mexicana que trabaja en una ONG especializada en derechos laborales cambiaba tarjetas con una estudiante brasileña de 19 años que decidió viajar por su cuenta al Foro porque estudia Relaciones Internacionales y no entiende “por qué esas relaciones siempre se agotan en los círculos diplomáticos o gubernamentales. Creo que hay que hacer este tipo de relaciones internacionales entre pequeñas organizaciones. Esto es cambiar el eje y es lo que a mí me importa”.
La Universidad Federal Rural de la Amazonia será una de las sedes principales del Foro. Es que la elección de Belém do Pará como escenario no fue fortuita ni casual. Es el portal de entrada a la Amazonia, la desembocadura del gran río, y los años que pasaron desde el primero de los Foros, en 2001, no han hecho más que confirmar que la preocupación por poner en la agenda mundial grandes temas de medio ambiente cobra cada vez más urgencia y coherencia: lo que hace unos años podía parecer un interés “ecologista”, es decir específico, hoy ya es una cuestión política de envergadura. De decisiones políticas sobre el medio ambiente depende no sólo la supervivencia de miles de especies en peligro de extinción, sino la vida cotidiana de todo el mundo. El cambio climático, con sus sequías e inundaciones, ha revelado que lo que empezaron pregonando unos pocos era una cuestión central en el mundo que nos toca.
Los hoteles están llenos, los pasajes se agotaron y hay miles de hospedados en casas particulares. Los trayectos recorridos para llegar aquí son disímiles, y los esfuerzos por realizarlos también. El vietnamita que intentaba dormir en el avión no lo lograba porque su cuerpo estaba dolorido por escalas de muchísimas horas y conexiones continentales. Pero también hay gente, como Cristiane Jean, que viene caminando o haciendo tramos en autos o camiones desde lo más profundo de la selva amazónica. Veinte días tardaron Cristiane y su grupo en llegar a Belém.
Sólo un deseo muy intenso puede empujar a tanta gente a viajar tantos kilómetros en cualquier condición adversa para reunirse con otra gente que se hace las mismas preguntas. ¿Cómo lograr que los movimientos sociales tengan relaciones fluidas con sus gobiernos? ¿Cómo avanzar con proyectos comunitarios que impliquen cada vez a sectores más amplios? ¿Cómo conseguir financiamiento para redes de comunicación alternativas? ¿Cómo lidiar con opiniones públicas nacionales cooptadas por grandes medios de comunicación que responden a sus propios intereses? ¿Cómo preservar patrimonios tangibles e intangibles tan valiosos que es improbable que no vengan por ellos los que son más poderosos?
Algo titila en el aire y es probable que se convierta en la síntesis de esta edición del Foro. Sinergia. Algo que a su manera y en cuestiones clave han comenzado a procurarse un gran puñado de gobiernos latinoamericanos. Unir fuerzas. Tender puentes entre sí. Relevar lo que les sobra a unos y les falta a los otros. Resolver las cuestiones colectivamente pero ampliando la idea de lo colectivo a lo regional. La crisis es más que nunca, desde la perspectiva de Belém, una oportunidad. Pero aquí no hay líderes carismáticos ni presidentes de los que se espere ninguna de esas respuestas. La esencia del Foro es la recuperación de la ciudadanía latinoamericana en su faz inédita, la que nunca tuvo históricamente desde la Conquista. Hoy son en su mayoría los conquistados los que sacan la cabeza y elevan la voz, porque América latina y los continentes emergentes nunca han dejado de ser conquistados. La última vez, por un pensamiento único que trajo pestes y desgarros al por mayor, y que ahora exhibe el hueso de su fractura.
Se espera a los presidentes de Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Paraguay, pero los protagonistas del Foro ya están aquí. Hay un total de 2400 actividades propuestas e inscriptas por más de 5000 organizaciones de 150 países. Hay carpas, tiendas, auditorios, música callejera, estudiantes y activistas que presencian los paneles de los Foros paralelos y que al finalizar piden la palabra, cuentan sus historias, hacen sus preguntas, dan testimonio. Las voces para las que las respectivas sociedades son sordas, los cuerpos que para esas mismas sociedades son invisibles. De esa materia humana y sensible está hecho el Foro Social Mundial, que hoy saldrá a la calle a caminar y a cantar su propia canción.