La auto perpetuación de la guerra

Una explicación sobre la génesis de la mano de obra militar que Colombia no cesa de ofrecerle al lado oscuro del mundo. Nota de Carlos Romero

El asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse, el pasado miércoles conmocionó al mundo. Entre el jueves y el viernes, la policía haitiana capturo a 20 personas, 18 colombianos y dos haitiano – estadounidenses. Luego se supo que la mayoría, si no  todos, los colombianos involucrados, eran militares retirados.   

“Comenzar una guerra es fácil, terminarla es muy difícil”. Esta frase se ha convertido en una verdad de perogrullo en Colombia. Aunque se puede rastrear un conflicto armado constante desde la época de la independencia hasta la actualidad, todos los historiadores están de acuerdo que, al menos, desde 1948 hasta hoy no ha habido un intervalo de tiempo donde se pueda hablar de paz.

Y muchos intentos se han hecho, la amnistía de Rojas Pinilla en el 53, la de Alberto Lleras en el 58, el proceso de paz de Betancourt en el 84, el de Gaviria en el 90, el  de Pastrana en el 98 y el último, el proceso de paz de Santos del 2016.  Excepto por el de Pastrana todos los intentos han terminado por la firma de un acuerdo por una parte de los alzados en armas. Sin embargo la guerra ha continuado.

Una arista menos conocida de esta perpetuación de la guerra, son los mercenarios, Colombianos. La reciente muerte del presidente de Haití, es quizás la mas famosa, pero no la única de las aventuras de los soldados colombianos en el extranjero. La explicación es un tanto extraña, pero a todas luces  razonable.

Los ejércitos del mundo se basan en un cuerpo profesional de militares, oficiales y suboficiales que hacen carrera, y permanecen en sus cargos como cualquier otro burócrata del estado. Los soldados en cambio, son de naturaleza temporal, son reclutados, conscriptos o voluntarios, durante el periodo de enfrentamiento bélico, o por periodos cortos de entrenamiento durante el servicio militar. Pero al terminar, regresan a sus casas y se dedican a  otra actividad  productiva.

En Colombia en cambio se creó la figura del “soldado profesional”. Un militar, que dedica su vida al ejército, pero sin la posibilidad de ascenso dentro de la jerarquía. Se desarrolló de esta manera porque era necesario tener personas con experiencia en el combate, no en dirigir. Es el resultado de la guerra sin final. 

Un soldado profesional comienza su carrera a los 20 años y si sobrevive, es jubilado a los 40, ya que a esta edad está menguada su capacidad física. Así que después de un tiempo tienes a un montón de personas, con entrenamiento de guerra, pero  sin ninguna habilidad para un empleo productivo. El resultado son los mercenarios.

Los industriales de la muerte lo saben. Un conjunto de empresas, norteamericanas en su mayoría, contratan a militares retirados colombianos para ir a librar guerras en países tan remotos, como Irak y Afganistán por solo una fracción de lo que costaría un soldado de otro país. 

Pero una parte importante en este negocio es no preguntar. Es una habilidad que se tiene bien desarrollada en el ejército. Por lo que han declarado los militares en otras ocasiones, se les hace saber el tiempo de servicio, y la paga, pero en muchas ocasiones no saben siquiera donde  van y mucho menos que van a hacer. 

Es probable que mientras continúe la guerra en Colombia, y de momento todo indica que va a continuar, sigan sucediendo estos hechos.

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Un comentario

  1. Es una excelente nota . Muy ilustrativa .
    Explica el por qué de la violencia perpetua en este país anómalo que es Colombia .

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