Estuve un rato largo buscando esta foto, pero en realidad la sabía de memoria, porque la dibujé. Sin saber dibujar, hace unos años pasé días y días con las acuarelas y el lápiz replicando en un papel esta escena anterior al sufrimiento.
Todavía no había escrito el ensayo sobre vos, todavía no había podido expulsar de mí el peso de tu locura y de tu fijación con lo que te había quitado la maternidad.
Recién cuando lo escribí, escribiéndolo, fui perdonándote, má, porque estuvo fuera de tu control que yo encontrara, de tan chica, seguro que para protegerme de tus desproporciones, mi caja de herramientas para reconstruirme.
Hoy que veo la foto anterior a los malos recuerdos, tengo un recuerdo bueno, el de este instante. Siempre que miro la foto mi mirada va directo hacia tu mano conteniéndome, cuidándome. Creo que eso es lo que hubieras hecho siempre si la infelicidad no te hubiera raptado. Tardé muchos años en entender que nada de lo que hiciste tuvo que ver conmigo, sino que era tu vida, tu propia vida la que la enfermedad fue carcomiendo lentamente.
A través de esa bruma que no deja ver bien, reconozco entonces ese viento que nos tiraba los pelos para atrás, las sonrisas abiertas, tu belleza. Hace bien reconciliarse con ese pasado que cada tanto pega un latigazo, porque ya no podemos hacer otra cosa, mamá: no tuvimos suerte, pero me quedo con la bruma, con tu mano dándome seguridad, con ese gesto amoroso que si hubieses sido dueña de vos misma, estoy segura que hubieses elegido que durara para siempre. Hagamos que dure para siempre. Te extraño.
Hermoso texto aunque un poco triste. Un gran abrazo Sandra me gustan mucho tus escritos.
Hermoso Sandra. Hermoso poder perdonar…..Y maravilloso que hayas encontrado las herramientas para sanar y ser un ser tan especial. Feliz día!
Cómo te entiendo, Sandra… y te abrazo. Comparto lo que escribís sin «decir» en concreto. Tras más de treinta años de terapia pude reconstruirme, aprender a amar a mi madre y… hoy aún la tengo conmigo, por cumplir esta semana sus noventa años. Aprendimos. Crecimos. En estos «Días»…yo también me siento dichosa por ser «la madre de mi madre». Hizo lo que pudo. Como pudo.
Sos un ser maravilloso a quien leo siempre. Te extraño en imagen por tevé.
Abrazo. Gracias.
Qué linda nena eras .
Tu madre fue el vehículo que la Providencia utilizó para que te conviertas en la mujer esplendorosa que eres . Tan admirada y querida .
Todos, todas y todes , venimos mal barajados a este mundo . Somos juguetes rotos .
Todos , todas y todes , hubiéramos querido ser hijos , hijas , hijes de científicos, de Premios Nobel , porque la cultura nos hace idealizar lo perfecto .
Hay que reconciliarse con la vida , porque el ser humano se enoja con la vida . Una vez escuché un discurso a un destacado dermatologo paraguayo radicado en Resistencia, quien había fallecido , y que había sido el fundador del primer leprosario en el Chaco ; fue quien terminó con el estigma de que la lepra era una enfermedad contagiosa ; él mismo tocaba a los leprosos, para mostrar que no era contagiosa. Se llamaba Manuel Maria Ginenez .
El orador dijo » fue un hombre reconciliado con la vida » . Dijo eso porque había venido exiliado del Paraguay , corrido por la dictadura de Stroeesner . Muchos paraguayos y paraguayas vinieron a Resistencia por esa situación.
El mensaje es que debemos reconciliarnos con la vida , porque nuestra carga de rencor es muy fuerte .Eso nos horada por dentro; nos perfora por dentro; nos lastima por dentro .
Es tiempo de hacer las paces .
Cuando escuché un comentario que hiciste sobre tu mamá en el programa hace unos dias, me pregunté cómo con tu recorrido aún no estabas en paz con tu madre. Y ahora leo que lo estás. Y me alegro. Tomar a nuestros padres con todo, lo bueno y lo malo, dicen, es lo que garantiza que podamos seguir en paz nuestro camino. La militancia debe haberte ayudado, pienso. Nuestros padres fueron el único bote posible para nosotros en este océano de la vida. Un abrazo.
Sos inmensa Sandra.. ahún en el dolor…
Estos escritos me gustan.
Los de política no.
Y extrañar no vale la pena.