Lucinda

La historia de Lucinda Quintupuray, originaria de Cuesta del Ternero: a principios del siglo pasado, fue asesinada después de rechazar muchas veces la venta de sus tierras. Lo mismo se cree que hicieron con su hijo. Nunca se esclarecieron esas muertes, ocurridas en el mismo lugar en el que mataron a Elías Garay. Nota de Marcelo Parra.

No conocí a Lucinda. Por suerte no la conocí.

Su historia, relatada en charlas y repetidas en algunas notas periodísticas, es literalmente insoportable.

Vivió y fue asesinada en Cuesta del Ternero, a pocos kilómetros del lugar en donde hace unos días mataron al jóven mapuche Elías Garay.

La historia mantiene total vigencia, pero se origina en 1914 cuando José del Carmen Quintupuray y Filomena Anticura decidieron radicarse en el paraje. Venían de Neuquén en donde todavía tienen parientes. En Cuesta del Ternero criaron a sus ocho hijos y ahí es en donde creció Lucinda. Hoy la escuela del lugar lleva su nombre, en dudoso homenaje.

El 11 de enero de 1993, a los 79 años, la encontraron en su cama, asesinada a balazos. Nunca hubo juicios ni detenidos. Nunca el estado supo quien terminó con su vida. Aunque su familia tiene certezas. Los nombres de Enrique Andel y Jorge Ruiz resuenan entre los descendientes de Lucinda.

Contaron los antiguos pobladores de la región que Lucinda era muy querida por todos y que nunca se dejó engañar; que rechazó todas y cada una de las ofertas que recibió para vender sus tierras. Que aparecían interesados en crear plantaciones, que había muchos que pretendían el lugar.

Vivía sola y no era ducha para los trámites. Ahí aparece el nombre de Cora Howden como una mujer comprometida y de gran ayuda.

Vivía sola y apareció muerta, asesinada en su cama

Poco después de su muerte llegó a la casa su hijo Víctor Quintupuray, desde Zapala. Las gestiones para traerlo las realizó el empresario Ricardo Flandez, de El Bolsón. Flandez era uno de los que había intentado en varias ocasiones comprar la tierra, uno de los rechazados por Lucinda.

Con Victorio ya instalado, Flandez pudo comenzar a realizar algunas tareas en el lugar y quiso la fatalidad, que al poco tiempo, en agosto de 1994, Victorio fuera hallado muerto, en el lecho del río. De una manera sugestiva. Tampoco supo la justicia nada más de él.

¿Cómo murió? ¿Lo asesinaron también? Ahogado, figura en una muerte caratulada accidente.

Fabián, hijo de Victorio, acaso decidió correr distinta suerte. Quedó como depositario de esas tierras con sentencia en la causa, Flandez, Catalán y otros. Según se filtró en una entrevista periodística, Fabián, Flandez y Vitalicio Catalán habrían vendido una parte de las tierras a un importante empresario hotelero extranjero.

En la causa judicial, cuentan, quedaban claro los distintos interesados, la comunidad Quintupuray de un lado, el gobierno y empresarios hoteleros del otro.

En el año 2008, Perez Esquivel le hizo llegar al entonces Gobernador Miguel Saiz una carta, en la misma decía:

“Desde la muerte sin esclarecer de doña Lucinda Quintupuray, de su hijo Victorio, las posteriores ocupaciones, presencia de extraños y todo tipo de manipulación, se ha producido una verdadera trama de ocultamientos. Señor Gobernador, usted debe conocer que el Estado argentino es suscriptor del Convenio 169 de la OIT, que cuenta con una importante legislación de protección a los pueblos originarios, ignoramos cuál es el motivo para desconocerla y permitir que sea atropellada en los derechos que le asisten. Esperemos que estos hermanos y hermanas puedan asentarse en el territorio ancestral y que no deban sufrir ningún tipo de violencia o atropello a sus derechos.

La familia Quintupuray sigue en la zona y sigue luchando por sus papeles”.

Denuncian que la Fiscalía de Estado de Rio Negro ha planchado 110 causas similares en los últimos 5 años.

Cuentan que en el mundo árabe, se considera una maldición encontrar petróleo. Por las muertes, las peleas de familia y otras calamidades que desata la angurria, ante la riqueza. Y parece ser que las 2400 hectáreas de Lucinda, llamadas Cuesta del Ternero, ubicadas a 90 km al sur de San Carlos de Bariloche, son muy valiosas. Porque a pocos kilómetros los asesinatos siguen ocurriendo.

Al último, ustedes lo conocen. Ocurrió hace poco. El joven Elías Garay, oriundo de Jacobacci, en proceso de recuperación de su identidad. En tanto que Gonzalo Cabrera recibió varios disparos en su abdomen, pero afortunadamente sobrevivió.

Mientras tanto se dilatan las soluciones. Las agendas son marcadas por los extremos, ya se sabe “a río revuelto ganancia de pescadores”. Y sin necesidad de ser adivino, aseguro que, si no hay gestiones concretas, pronto lloraremos más tragedias.

Los acusados y detenidos por el crimen de Elías son Martín Cruz Feilberg y Diego Ravasio. Ambos dedicados al negocio forestal en el lugar. Que sea justicia.

El asesinato de Lucinda, se canta en canciones, que hablan de un secreto que conservan los vientos del risquero.

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Un comentario

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