Hoy se celebra el Día Mundial de los Humedales. En Argentina, la Ley que propone su protección quedó excluida del temario de las sesiones extraordinarias del Congreso y perdió estado parlamentario por tercera vez. Para entender por qué son importantes los humedales, cuál es su función y por qué es una mala noticia que no se ponga en discusión su preservación, dialogamos con la geógrafa, investigadora, y miembro de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu), Patricia Pintos.
Qué es y para qué sirve un humedal
Una zona inundada intermitentemente o para siempre. Un ecosistema híbrido donde conviven plantas, aves, roedores, insectos, moluscos, anfibios, mamíferos y peces. Eso es, a grandes rasgos, un humedal.
Están diseminados en toda la geografía del país y sus capacidades son múltiples. Están donde corren ríos o arroyos, en los mallines, en los esteros, en los salares, en cercanías del mar.
Son reservorios de agua frente a potenciales inundaciones, o desvío de curso de agua que almacenan miles de especies de flora y fauna nativa de cada región, retienen excedentes hídricos, atenúan los efectos de sequías prolongadas. Tienen la capacidad de disminuir el potencial erosivo de las tormentas y de estabilizar las líneas de costa. Y también, una función depuradora: contribuyen a mejorar la calidad del agua para el consumo y la producción de una comunidad.
Pero, en tiempos de discusiones vacías sobre el calentamiento global, hay que destacar que una de sus particularidades más importantes es que regulan el ciclo de carbono y las temperaturas. Entonces su desaparición es tan importante como la desaparición del bosque o la selva nativa, porque tienen la capacidad de absorber esos excesos de emisiones de dióxido de carbono que se encuentran en la atmósfera.
El Congreso la deja caer
Pese al gran esfuerzo de las organizaciones ambientalistas, la Ley de Humedales quedó excluida del temario de las sesiones extraordinarias en el Congreso. Era su última chance. Es la tercera vez que un proyecto de ley para la protección de humedales pierde estado parlamentario. En el 2013 se presentó el primer proyecto de ley para la protección de los humedales, lo hizo la senadora por Entre Ríos Elsa Ruiz Díaz, del Frente para la Victoria. Obtuvo media sanción en el senado, y finalmente no se trató nunca en diputados.
La segunda fue en el 2016. Se trabajó sobre un nuevo proyecto, que esta vez sí tuvo más presión y lobby desde el sector inmobiliario, y a pesar de eso, obtuvo media sanción. Pero de nuevo, perdió estado parlamentario en 2018.
En 2020, una ola de incendios empujó a la comunidad organizada a las calles. Se articuló un nuevo proyecto de ley que incluyó a organizaciones vecinales, comunales, universidades, y espacios políticos.
Muchos de esos incendios fueron motivados por cambios en el uso del suelo para el agronegocio y para el desarrollo inmobiliario. Ya que sin ningún tipo de regulación, las áreas que debieran estar protegidas son quemadas y luego se liberan para otros usos.
La geógrafa e investigadora Patricia Pintos, miembro de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu) explica que esas áreas “están siendo sometidas a la presión de las prácticas extractivistas que no son respetuosas, cuando se explota el litio se consume muchísima agua, cuando se realizan actividades del agronegocio primero tienen que secar y pampeanizarlo, es decir, darle un carácter diferente al que tenía, y en muchas ocasiones desplazar a las poblaciones; ni que hablar del extractivismo inmobiliario”.
Una de las aristas más importantes del proyecto de ley es la creación de un inventario de los humedales desplazados en el territorio nacional, que reconozca la diversidad de estos ecosistemas, y que “permita monitorear qué está pasando con ellos, hacer un seguimiento, la falta de un inventario garantiza que los efectos destructivos tengan continuidad en el tiempo, no se revela con claridad qué es lo que se está afectando”.
Lobby contra la vida
Pintos, insiste en que esta nueva negativa “tiene que ver con las fuertes presiones a las que son sometidas las provincias y en particular los legisladores, respecto de la necesidad de sostener un tipo de producción que afecta a todas luces las características ecosistémicas de los humedales”.
“El lobby del sector inmobiliario es muy fuerte, en los últimos años ha encontrado en los humedales la gallina de los huevos de oro, pudieron producir esas urbanizaciones con lagunas típicas que se han multiplicado en todo el país, hay una convergencia de sectores cooperativos como el del agronegocio también, que tienen intereses cifrados en seguir dándole continuidad a está ilusión desarrollista sobre territorios extremadamente frágiles y fundamentalmente necesarios para la calidad ambiental de las comunidades, hay una enorme contradicción que la política no logra resolver en relación a entender que los humedales son vitales sobre todo en tiempos en que hablamos de crisis climática”, dice.
Son las comunidades organizadas
Relacionar cualquier tipo de discusión ambiental y desviar el foco de conflicto proclamando que “detrás está Greenpeace” es una forma de deslegitimación de la organización popular. La Red Nacional de Humedales contiene a organizaciones, colectivos, vecinos y vecinas de todo el país. Para Pintos “se subordina a una idea de un ambientalismo bobo, que se preocupa por las cosas superfluas, cuando en verdad se viene construyendo la necesidad de una ley desde las organizaciones socioterritoriales de todo el país, donde existen convencimientos profundos y una actividad consecuente con ese pensamiento respecto de entender que una ley aportaría mucho a proteger ecosistemas vulnerados”. “Se nos quiere asimilar al ambiente de grandes organizaciones internacionales que tienen otros propósitos otros proyectos políticos, pero nuestras demandas son de base territorial, que expresan los conflictos ecológicos-distributivos que existen en nuestra región”, cierra.
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