Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, / la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Los Heraldo Negros. César Vallejo
Y uno anda de bruces con el puñal ensimismado que nos devuelve el espejo. Las respuestas nunca alcanzan. Y el vino, incluso, se empecina en pedir explicaciones en cada una de sus gotas de amargo sinsabor.
Algunos, aquí en la tierra del sur americano, lamen sus heridas con cianuro electoral. Insisten en buscar los por qué en la enredadera de la auto conmiseración mientras insisten en interrogar al cielo culpabilizando a los confundidos.
Sin embargo las razones están ahí a la vuelta de la esquina. Se escriben como sinónimos de la traición en formato Fernández que expresan números inflacionarios sumados a odios racializadores y de clase. En cada dato electoral se conjugan complementos de sujeción colectiva y razones incorporadas de abismo. Pero justamente ahí está su debilidad. Su tacticismo, juego suma cero, su fracaso futuro.
La hora política quizás logre interpretar una porción de las razones sadomasoquistas. E incluso, es probable, que nos impulse a mirar la película con los colores vivaces de la confrontación futura, vestida de esperanza. Ahí atrás, o al costado, hay un coro que nos conmina a no detenernos en la foto sincrónica. Nuestra tarea –según nos impulsa ese combinado de ancestros, autores del Pensamiento Nacional, Desaparecidos y en Madres de Plaza de Mayo– será mirar más allá: no detenerse en la negrura. Hablar con el lenguaje de la madrugada, partiendo de esa micro-militancia que nos conmovió.
Ese legado nos conminan a ser partícipes de una especie de “teoría de cuerdas”. Un despliegue que insiste en una verdad que desestructura su propia materialidad. Que la convierte en energía prospectiva. Que nos enseña, nos corrige, y nos transforma en mejores ciudadanos y militantes.
Hoy, 19 de noviembre, paradójicamente, se empieza a entretejer el anhelo que se inicia en comisura de la afligida claraboya en conexión con la necesidad social organizada.
No hay lugar para escupir reproches en la tierra de la necesidad. Solo compromiso de futuro. La forma que asume el ademán de deletrear la conjunción que se divisa entre las palabras convicción y el término justicia. Ahí se entreteje lo que viene.
La potencia, habitualmente, se basa en el desafío. Por eso es esta, la hora: ella nace una indudable alegría al momento de fundar lo que viene. Sobre todo porque sabemos que su resultado será –como fue otras veces– un pueblo, encolumnado, vestido de calle.
El sentido de esta tristeza inconmensurable resignificará su vuelo: tendrá la gloria de un abrazo con llagas. De un canto popular.
El desastroso y traicionero gobierno de Alberto, y el desprecio que la militancia siente por Sergio Massa y Malena, eran algo imposible de remontar. La sequía, la guerra de Ucrania y la pandemia, son simples excusas que no justifican la inacción de estos 4 años…….