Felices pascuas, aunque la casa no está en orden. Los compañeros de Jesús estaban tristes cuando les dijo «Dentro de poco ya no me verán, pero un poco después volverán a verme». Suena a que hay que estar mal para después estar bien. Pero una cosa es que lo diga Jesús y otra es que lo diga un gobernante. Para el evangelio todas las personas somos iguales y es «más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos». La noche del ballotage sentí que en nuestro país comenzaba un calvario y al mismo tiempo una fragua; la gestación de algo nuevo. «Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría». La Pascua es el paso de la muerte a la vida. No me cabe la menor duda de que esta noche pasará y la vida se impondrá. No se dará espontáneamente; tenemos que juntarnos, organizarnos, ser comunidad. Desde cada pueblo, cada sindicato, cada club, cada plaza, cada instancia adonde dos o más estén juntos intentando generar las condiciones para pasar de la muerte a la vida. Estamos viviendo una noche muy oscura, acá y en todas partes. Tenemos que apelar como nunca a la escucha, con un «oído puesto en el pueblo y el otro en el evangelio». No sé si lo lograremos, pero como siempre ha pasado, hay que caminar, salir de la esclavitud, ver el mar abrirse delante nuestro y animarnos a pasarlo, adentrarnos en el desierto y dejar que las utopías nos guíen. Y confiar en las palabras del que fue cobardemente asesinado en una cruz por decir que había otro mundo posible más allá de este. La resurrección se hace realidad cuando buscamos la vida en el misterio del devenir de los pueblos, cuando la muerte no tiene lugar, cuando la tumba queda vacía.
Pascuas y esta noche oscura
Algunos apuntes sobre las Pascuas y el estado alterado de este país. Nota de Matías Fernández Madero.