La otra iglesia

En vísperas del 50 aniversario del asesinato de Carlos Mujica, un recordatorio de los tantos curas y monjas que nunca abandonaron su lugar junto al pueblo. Nota de Matías Fernández Madero.

Esta semana de mayo, acá en Las Chacras, en Traslasierra, son las fiestas patronales; Virgen de Luján, veneración de María como patrona de la capilla de Las Chacras. Toda la semana con actividades. Ayer por la noche procesión desde la placita de Las Chacras hasta la capilla, y luego misa. Primera noche fría de este adelanto del invierno. Caminamos, cantamos, rezamos. La noche; el frío y el Champaquí adelante cubierto de nevisca. Éramos pocos. Por momentos caminé detrás de la columna que subía por el camino; la imagen de la Virgen destellando una luz celeste hacia la noche. Imagen sumergida en el misterio. 

Tres décadas atrás, en la capilla Cristo Obrero, en la villa treinta y uno, misas todos los domingos por la mañana. Se alternaban los curas Pichi Meisegeier con Remigio Paramio, párroco de San Martín de Tours, parroquia en pleno Palermo Chico. Más de una vez cruzamos las vías de los trenes (imprudencia total); cruzábamos a la altura de ATC para llegar justo adonde está la capilla. No existía la autopista aún. En la villa vivan no mucho más de cuarenta familias; las que habían resistido el desalojo. Ni bien llegó la democracia la villa comenzó a repoblarse muy rápido. Lo mismo ocurría en otras de la capital y gran Bs. As. Se reconfiguró el Movimiento de Villas y Barrios carenciados y la Pastoral Villera. Juntadas y reuniones por todos los barrios. Generalmente por las tardes hasta la noche. Dormir muchas veces en Ciudad Oculta y otros barrios. La pastoral villera acompañando el proceso de reorganización de los barrios. El misterio, pero ahora al menos dejando ver el propósito. Este sábado once de mayo hace cincuenta años asesinaban a Carlos Mugica cuando salía de celebrar misa. Hay varios eventos en varios lugares de la ciudad de Bs. As. También en la treinta y uno, adonde Carlos fue párroco. Lo religioso, una tierra fértil; el misterio, lugar adonde no todo está explicado y deja espacio para que, en forma muchas veces imperceptible, madure lo comunitario. Adonde dos o más estén en mi nombre allí estoy yo, decía Jesús. Ayer en la misa en Las Chacras leíamos la proclama que cantó María cuando se dio cuenta del misterio que estaba viviendo y se la escuchó decir entre otras palabras que «derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes». El misterio es muchas veces muy claro. Ni hablar en estos tiempos de la postverdad, de las redes antisociales, del desastre ambiental y de seres a cargo del destino de los pueblos que de misterioso no tienen nada. Todo es distópicamente evidente. Hay que seguir «jugando a lo perdido, hacer un congreso de lo unido, rezar a fondo un hijo nuestro».

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