Naturalizaciones

El 19 de febrero de 2024, pocos meses después de haber asumido la presidencia de la Nación, Javier Milei opinó que “El Congreso es un nido de ratas y los políticos son una mierda que la gente desprecia”. Nota de Jorge Elbaum.

El 19 de febrero de 2024, pocos meses después de haber asumido la presidencia de la Nación, Javier Milei opinó que “El Congreso es un nido de ratas y los políticos son una mierda que la gente desprecia”. Casi siete décadas antes, el 26 de mayo de 1936, el canciller alemán Adolf Hitler, expresó que “el Reichstag [parlamento alemán]) es un nido de ratas y los políticos son una mierda que la gente desprecia”. El cabo austriaco ya había obtenido poderes absolutos en marzo de 1933 mediante una especie de Ley Bases que le permitió la acumulación del poder político y legislativo. 

En Argentina, el ex panelista televisivo no necesitó cerrar el Congreso. Recurrió a su Ley Bases y la combinó con cuatro artilugios institucionales viciados: los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), los vetos de leyes, la compra de votos de legisladores (Edgardo Kueider, entre otros) y el socorro despreciable de los bloques colaboracionistas. 

Primo Levi fue un químico y escritor italiano sobreviviente de Monowitz, el campo de concentración y exterminio subalterno del complejo conformado por Auschwitz-Birkenau. Varios de sus textos, entre ellos su Trilogía, intentan describir y analizar el proceso que antecedió a la aceptación acrítica del mal absoluto y a las  consecuencias que esa indiferencia (y banalidad) gestó. La barbarie nazi –señaló–,  “…no empezó con las cámaras de gas. No empezó con los hornos crematorios. No empezó con los campos de concentración y exterminio. (…) Comenzó con políticos dividiendo a la gente entre ´nosotros´ y ´ellos´. Empezó con discursos de odio e intolerancia, en las plazas y a través de los medios de comunicación. (…) Comenzó cuando la gente dejó de preocuparse por eso, cuando la gente se volvió insensible, obediente y ciega, con la creencia de que todo esto era ´normal´”.

Un día se consiente la caracterización de “ratas”. Otra tarde se intenta asesinar a la líder de la oposición. Luego, se amenaza con perseguir a los “zurdos hijos de puta”, y se les derrama odio en formatos de posteo, video o meme digital. A continuación, se golpea a jubilados, se humilla a las disidencias sexuales, a los colectivos que portan alguna discapacidad y se le restringen los fármacos a los pacientes que no son ni ricos ni privilegiados. Esto se prolonga con la inminencia de derogaciones de figuras punitivas como el femicidio. Se completa con el empobrecimiento de los trabajadores, el deterioro salarial, la precarización laboral y el desprecio evidenciado hacia personas en situación de calle

El próximo 23 de febrero se llevarán a cabo elecciones generales en Alemania.  El partido neonazi Alternativa por Alemania (AfD) –respaldado por el empresario más rico del mundo Elon Musk– lanzó una campaña de afiches callejeros en el estado federado de Brandeburgo. En dicho cartel dos adultos juntan las manos sobre unos niños emulando un techo fabricado por las SS, dos semanas después que el propietario de Tesla y “X” se sumara a la campaña de (AfD) acusando a los medios de ese país en enfocarse demasiado en “la culpa por el pasado” nazi. Musk agregó a continuación que “es bueno estar orgulloso de la cultura alemana, de los valores alemanes, y no perderlos en una especie de multiculturalismo que lo diluye todo.”

La naturalización construye como aceptable aquello que permite, incluso, la normalización de la crueldad. Ese territorio ya no pertenece a la etapa del embrión. Ya es directamente la serpiente. El único suero ofídico que la detiene es la lucha antifascista. Esa que señala como inadmisible la infamia y la combate. Albert Camus lo advirtió en La Peste: ya es hora de despertarse. 

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