Pascua es resucitar al movimiento nacional y popular

Ingresamos en la Semana Santa donde hacemos memoria de un asesinato político, el de Jesús de Nazareth, que es consecuencia de una vida, de una práctica significativa, que buscó construir una sociedad más justa, fraterna, sororal e igualitaria. Esto lo llevó a enfrentarse, a Él y su movimiento, con los poderes económico, político y religioso de su tiempo, que desencadenó su muerte. Nota de Antonio “Tony” Fenoy.

Ingresamos en la Semana Santa donde hacemos memoria de un asesinato político, el de Jesús de Nazareth, que es consecuencia de una vida, de una práctica significativa, que buscó construir una sociedad más justa, fraterna, sororal e igualitaria. Esto lo llevó a enfrentarse, a Él y su movimiento, con los poderes económico, político y religioso de su tiempo, que desencadenó su muerte.

Pero la vida sembrada por Jesús se hizo resurrección, se hizo lucha, búsqueda, construcción de utopías. Porque la muerte no puede tener la última palabra de la historia. El dios de Jesús es el dios-en-el-pueblo, que sufre con los que sufren y lucha con los que luchan por una vida digna de ser vivida.

Transitamos en nuestra Patria un tiempo de muerte, en donde la crueldad, la mentira y el individualismo extremo se enseñorean por nuestro país como si se hubieran adueñado de nuestra historia y de nuestro pueblo. El acuerdo con el FMI y la visita del secretario del tesoro del gobierno de Trump, no hacen más que reafirmar la entrega de nuestra soberanía política y económica al imperio de turno.

Pero la muerte no puede tener la última palabra. Lo vemos cada miércoles cuando las y los heroicos jubilados vuelven a reclamar por sus haberes y por los nuestros. Lo vimos en el paro y la movilización (tardía e insuficiente), pero necesaria, de las centrales obreras. Lo vimos el 24 de marzo en esa incontable marea humana que desbordó las plazas del país, reivindicando la lucha, los sueños y las utopías de las y los 30000 que están más vivos que nunca.

Pero estas semillas de vida y resurrección necesitan que el movimiento nacional y popular resucite, que tenga su Pascua, que es pasar de la pelea inútil a una alternativa que aglutine las luchas que por abajo se vienen dando.

A la muerte y a la crueldad se las enfrenta cara a cara y cuerpo a cuerpo. Con organización, de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. Se las enfrenta entendiendo que no es un tema de cargos, sumisiones ni rebeldías, sino que es un tema de comprender que la lucha es entre la vida y la muerte de nuestro pueblo.

Resucitar, en este momento, es sembrar una nueva subjetividad que recupere los mejores valores populares: la solidaridad, el servicio, la búsqueda de justicia, el cuidado mutuo, la vida comunitaria.

Pascua hoy, significa que nuestros dirigentes y dirigentas se conviertan al pueblo, sean parte de sus dolores y sus esperanzas, “suban con el pueblo”, como decía el querido Pichi Meisegeier.

No es tiempo de buscar Judas ni de lavarse las manos como Pilato, sino que es momento de enfrentar juntos a este proyecto de destrucción y muerte. No se construye desde el rencor. A la vida hay que militarla diariamente y como dice Rubén Dri, hoy es tiempo de militantes y no de soldados.

Celebrar la Pascua no es recordar acontecimientos del pasado ni golpearse el pecho por pecados individuales y moralistas. Celebrar la Pascua es ponernos de pie colectivamente y luchar con el convencimiento de que la vida vencerá a la muerte.


Antonio “Tony” Fenoy
Coordinador del Colectivo de Teología de la Liberación “Pichi Meisegeier”

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