Bandera colgada en el Cabildo en recordación del perdón solicitado por Mauricio Macri al Rey de España
Patria, dijo mi viejo, es el trabajo de los días. El regreso a casa. El mate melancólico del domingo. Es también la reminiscencia intacta de quienes nos dieron vida. La amistad como refugio, el asombro como desafió: esa luminosidad que surge de los huesos de nuestros ancestros más queridos.
La Patria es un territorio habitado: Nada significa sin un pueblo que lo arrulla, lo trabaja, lo transita y lo defiende: sus habitantes, sus ciudadanos son su ardor humilde, su canción de esquina, su melodía del tiempo.
La Patria imagina a un pueblo enamorado de sí mismo, capaz de mirarse con orgullo en el espejo de su íntima historia transitada. Acaricia y resguarda la ternura de las vidas más lastimadas. Difunde melodías para recuperar sus nombres. Imita sus gestas más nobles. Repite los nombres de sus mártires más sabios.
La Patria es también Matria, mujer que ha sido invisibilizada detrás de una lógica patriarcal encargada de suprimir a la mitad de sus habitantes en nombre de un patriarcado femicida y cobarde.
Y es Juana Azurduy, nacida en Bolivia, que aún nos instruye en la grandeza de Matria Grande.
La Patria es ese instante en que Manuel Dorrego enfrenta al pelotón de fusilamiento a sabiendas de ser asesinado por haber otorgado el voto a indios y a negros.
Pero es también la tarde en que Don José de San Martín le obsequió su sable a Juan Manuel de Rosas para indignación de los salvajes unitarios. Ese sable de soberanía volvió a brillar en el rostro de otro General, Juan José Valle, el día que escribió su última carta a Pedro Eugenio Aramburu: “Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados”.
La Patria es Raúl Scalabrini Ortiz buscando en la basura los balances de las empresas británicas para desnudar sus indecencias rotuladas como “negocios”. Es Arturo Jauretche reivindicando la alegría de saberse íntegro frente al pensamiento colonizado.
La Patria, sin dudas, es la voz de Evita hecha jirones como profecía de las contiendas que se repiten.
La Patria no pide nada que no estemos dispuestos a darle porque confía en la sistemática militancia del tiempo. En estos 30 mil nombres que vuelven –una y otra vez– como flores que nos convocan.
La Patria desdeña a quienes no celebran su suelo. Aprendió a juzgarlos sin pésame, sin condolencia ni conmiseración: quien ama el fuego que proviene de los huesitos cálidos que yacen en las tumbas de este suelo, no puede más que concederle una lástima lúgubre: “Pobre gente: no consiguen escuchar el murmullo tenue de quienes dieron pelea”. Quien no incorpora sus orígenes – insiste su augurio – ¿qué tendrá para ofrendarle al mundo?
La Patria, digo, es otra cosa: es este amor que vuela hacia el que sufre. Es este canto con ritmo atragantado. Es aquella lluvia que aturdió los techos de una casita en el medio de la inmensidad patagónica. Es nuestra Puna lastimada con prisiones políticas, la sabia encomienda posdatada hacia un porvenir de compasión.
La Patria sos también vos: ese abrazo que nos dimos que nunca aceptó despedidas. Esa marcha interminable con las Madres y las Abuelas puteando impunidades de genocidas. Esta esperanza permanente que nos habita. Esta pasión desesperada por tu arte, tu cultura múltiple y tu corazón de banderas.
Es esta voluntad insistente, con manos trabajadoras, con perseverancia de himno. Y es también esta lágrima oculta, que se esmera por esconder su profunda devoción colectiva.
Mi Patria está pintada con los ojos del negrito Avellaneda. Y con las manos de Joshela Osatinsky. Ambos me guían en este trayecto de memoria irreconciliable.
Ningún imperio, ni mandamás corporativo, ni charretera teñida de sangre, podrá jamás despojarnos de esta dicha de saberte, Patria, parte imperecedera de nosotrxs mismos.
Felicito enfáticamente a Jorge Elbaum por este escrito perfecto .
Si no fuera por la mierda de las élites corruptas y vastas porciones de la clase media sería la Patria una fiesta constante.
De todas maneras , leer a Elbaum es un bálsamo ; un cántaro de agua fresca ; un ungüento tan necesaria para la piel lastimada ; un beso al porvenir venturoso .
Gracias Jorgito ( el verdadero ; no el de avenida Brasil ) .
Siempre te vi Sandra y me gustaria verte otra vez en 678 Dios bendiga tu vida!!!