El diputado Waldo Wolff abandonó su banca de diputado electo por la Provincia de Buenos Aires y asumió su cargo como funcionario del Gobierno de la Ciudad con una declaración inicial que dejó boquiabiertos a los adláteres de su patrocinador, Horacio Rodríguez Larreta: “el kirchnerismo –aseveró– nos ataca a los porteños.”
Luego de fungir como panelista televisivo y de desempeñarse como ladero de Patricia Bullrich durante los últimos tres años dejó de ser bonaerense y se reconvirtió en Secretario de Asuntos Públicos, función en la que –se anunció– será encargado de fortalecer la comunicación de las actividades de gestión pública del Gobierno de la Ciudad. En su nuevo sitial de porteñidad logrará uno de sus máximos anhelos desde que se convirtió en activista de la ultraderecha local: acceder a una remuneración que quintuplicará su dieta como legislador.
El papanata pretencioso –como lo denominan los asesores de la Cámara Baja– no dejará, sin embargo, su domicilio ubicado en la zona norte del Gran Buenos Aires, emplazado en el opulento distrito de Vicente López, morada en la que habita desde hace dos décadas, valuada en algo más que medio millón de dólares. Según sus colaboradores, tampoco dejará de lado sus actividades privadas, entre las que se incluye una empresa constructora que según sus familiares heredó de su padre y que –al poco tiempo de su fallecimiento– logró birlar a la otra heredera, su hermana.
Un repaso de sus últimas actuaciones en el acontecer político doméstico lo ubican como el máximo responsable de la detención durante cuatro meses de 19 tripulantes venezolanos e iraníes que fueron denunciados por al DAIA –la institución cambiemita que orienta a través de interpósitas personas–.
En ese mismo registro de operaciones se recuerda su rol central en la amplificación de la denuncia de Natalio Alberto Nisman que motivó la persecución de Cristina Fernández de Kirchner, el homicidio culposo de Héctor Timerman y el encarcelamiento de Carlos Zannini, Fernando Esteche y Luis D´Elía.
Exhibió una crueldad sin límites al justificar la negativa del gobierno de Juntos por el Cambio para que el ex canciller Timerman pudiera darle continuidad a su tratamiento contra el cáncer hepático. En ese marco, se constituyó en uno de los máximos responsables de la persecución contra Héctor Timerman y, por ende, uno de los máximos responsables de su muerte.
Divulgó, además, la versión grotesca del asesinato del fiscal, cuya causa bosteza en el juzgado de Julián Ercolini –otro de los integrantes de la mafia judicial de Juntos por el Cambio– para ser utilizada en forma periódica contra el kirchnerismo y sus socios fantasmagóricos chavistas, persas y mapuches.
Gracias a sus vínculos con la derecha israelí del Likud, realizó en 2016 un viaje a Israel junto a Patricia Bullrich para adquirir aparatología bélica. Wolff participó de dicho periplo en su efectivizó en carácter de legislador, situación que fue descripta como irregular por varios integrantes de su bancada. En aquella oportunidad acompañó a la ex cuñada de Galimberti para adquirir cuatro lanchas de guerra, por un monto total de 50 millones de dólares.
Este vínculo con la ex integrante de Montoneros y entonces ministra de seguridad, le permitió ser parte de un enigmático programa para «investigar la internet profunda», en flagrante incompatibilidad respecto a la Constitución Nocional, dada su pertenencia al Poder Legislativo. La aseveración de Bullrich, publicada en Clarín el 24 de julio de 2016 consignaba que “Estamos trabajando con la Dirección de Comunicaciones de la Corte (la ex OJOTA, encargada de las escuchas telefónicas) un establecimiento de protocolos. El otro tema al que nos estamos dedicando fuerte es el de la creación de un protocolo unificado de emergencias. El diputado Waldo Wolff lo está trabajando con expertos de distintos lugares en el mundo, para saber qué hacer y cómo operar para que no se colapsen las comunicaciones y la logística”. La referencia a Wolff se constituyó, en su momento, en un enigma para sus colegas de la cámara Baja. Misterio que el propio Wolff se encargaría de develar, ante Etchecopar, en la última Navidad.
La víctima victimizadora
En su formato recurrente de autovictimización, centrada en su sobre ostentada identidad judía, recurrió a circunstancias falsas e imputaciones estrafalarias: en una de las más frecuentes afirmó que “fue denunciado por Traición a la Patria por el gobierno de Cristina Kirchner” sin referir en ningún momento al expediente en el que se detalla dicha acusación. En otro de los engaños insistió en haber sido “amenazado por el Juez Daniel Rafecas”. Y en la que tuvo más trascendencia mediática –gracias a las propaladoras donde se desempeña como panelista, Clarín y La Nación– acusó al diputado Leopoldo Moreau de discriminación.
El 24 de diciembre de 2019, horas antes de la celebración de la nochebuena Wolff dialogó con Baby Etchecopar en su programa radial El Ángel del Mediodía. Durante el diálogo, el legislador, afirmó: “Yo también tengo acceso a carpetas de la vida privada de mucha gente”. Dicha aseveración fue pronunciada en tiempos que Wolff presidía la comisión bicameral de fiscalización de órganos y actividades de seguridad interior, cuyo rol no permite el acceso a ningún tipo de información privada. En octubre 2021 se sumó a una campaña internacional del Grupo Vox –una organización neonazi española– para conformar una internacional de la ultraderecha, junto a Javier Milei y Jair Bolsonaro. En esa misma senda regada de criterios soberanos, el ex dirigente de la DAIA señaló en julio pasado que “si gana Juntos por el Cambio en 2023, la idea de la política exterior será profundizar los lazos con Estados Unidos en todo sentido, institucional, político y económico”. Más claro, echale salsa Wolff.