¿Qué nos deja el sabernos herederos de una historia manchada de crueldad y sometimientos hacia mujeres y disidencias?
Nos deja sombríos, incómodos y necesitados de nuevos formatos.
Nos interpela desde las piedras que se instalan en la historia; ¿Qué dijimos / pensamos / hicimos cuando el 8 de marzo de 1908 encerraron a las trabajadoras textiles y les prendieron fuego por exigir una reducción del horario de trabajo de 12 a 8 hs?
¿Qué decimos hoy –como varones empáticos ante toda lucha emancipatoria– cuando un vocero presidencial en Argentina anuncia que el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada pasa a llamarse De los próceres, porque su antigua denominación es “tal vez hasta discriminador con los hombres”?
¿Qué hacemos, nosotros –y digo nosotros, como varones– cuando al lado nuestro siguen humillando a compañeras de trabajo o les pagan menos que a nosotros?
Pregunto, ¿Qué sentimos cuando nuestros colegas –inseguros y necesitados de afirmación fálica– asesinan diaria y cobardemente a una mujer en la Argentina?
Me pregunto porque es una de la maneras posibles de salir del corsé berreta que nos impusieron desde pibes.
Me pregunto porque el solo interrogarme me impulsa a seguir construyendo horizontalidades ajenas a cualquier genitalidad u orientación de deseo, amor o sexualidad .
Me pregunto sin falsa pretensión de aprobación de nadie. Ni de esperanza de respuestas concesivas o conmiserativas.
Me lo pregunto con bronca. Con ardor de impulso. Con íntimo conocimiento del veneno misógino que late en mi alrededor. Con la vergüenza de haberme llamado a silencio frente al pseudo humor de cosifica.
Pero me lo pregunto, insisto, con energía de señalamiento. Con ganas de interpelar al cagón. Con la intención asumida –y también adeudada– de seguir laburando sobre mí mismo sin abandonar el trabajo sobre los otros.
El 8 de marzo no es un día en el color verde de la verdad. Son millones de mujeres que sufrieron y siguen padeciendo el patriarcado en su diferentes formas simbólicas o materiales.
Dejemos de ser cómplices de esa ferocidad sistémica.
Gracias Jorge!Me interpela y un poco avergüenza.
Muy necesario texto para que tomemos conciencia cada uno…
Abrazo Compañero.
Gracias querido Jorge. Comparto tu apasionado comentario. Hay tantas cosas que pensar y cambiar. Esta lucha recién comienza. Se me ocurre que un paso fundamental sería el cambio del rol de la mujer en las tres religiones monoteistas. Abrazo.