Ahora que “el tema Venezuela” bajó en las agendas hegemónicas, ahora que hay más explicaciones circulantes en referencia al sistema electoral venezolano, y sobre todo que Maduro tomó la decisión de presentarse ante el tribunal supremo para intimar al CNE para “que muestre a la brevedad lo que tenga que mostrar”, paremos un poco.
Vale la pena tomar nota de que es la primera vez que un dispositivo mediático y digital utiliza la impaciencia como arma política desestabilizadora.
Los resultados tenían que estar temprano y dar ganador a un tipo que en los 80 entregó en El Salvador,al gobierno paramilitar, a seis jesuitas para que los asesinaran. El que está implicado en el asesinato de monseñor Romero.
Vale la pena tomar nota de que lo que ha pasado es un efecto real y concreto de lo que se llama “la guerra cognitiva”, que es la que llevan adelante artefactos de odio como Elon Musk.
Todos hemos visto gente aparentemente sensata colaborando como imbéciles en una narrativa falsa, viciada, en la que confluían varias coordenadas que esa guerra pone a actuar: la irresponsabilidad periodística de creer que la versión de los venezolanos que viven aquí y de los que muchos son amigos o compañeros de trabajo, con la que hay vínculos emocionales, es “la verdad” (omite la versión de la otra parte, es tremendamente autoritaria, pero se la lleva a cabo “por buenos sentimientos”).
Otra coordenada es el total nado sincronizado de todos los medios, sin matices, en una cobertura que no tuvo un pizca de profesional, porque nunca mostró la escena completa. Todos hemos visto en redes enormes marchas chavistas que la televisión nunca mostró.
Y una tercera, y no la última, que fue y es la pantomima del neofascismo reclamándole a Venezuela un juego democrático que ellos destruyen en sus países.
Hasta la Casa Blanca decidió respaldarse en la cordura de México y Brasil. Para Milei es el comunismo internacional el que protege a Maduro. No. Es la cordura.
El mundo está en crisis de salud mental. Hay mucha más gente de la que uno cree con las facultades alteradas, y muchos otros canallas que desconocen la noción del límite.