La DAIA y Manguel: protagonistas de una nueva inquisición

La derecha comunitaria, amparada en el mesianismo fascista de Javier Miel, profundiza el hostigamiento y la persecución sobre la base de falsedades, artificios y fraudes. Una de sus últimas embestidas tuvo como víctima al excanciller Felipe Solá. Nota de Jorge Elbaum.

A principios de agosto la periodista Romina Manguel entrevistó a Felipe Solá y en una sección del reportaje lo inquirió acerca de la relación de Javier Milei con Jabad Lubavich, la organización jasídica judía que nombró en Miami, el último 10 de abril al actual como Embajador Internacional de la Luz. En esa oportunidad, Solá cuestionó el vínculo que exhibía Milei con la secta de Jabad, posición que exasperó a Manguel, dada –probablemente– su absoluto desconocimiento respecto al lugar que ocupan los Lubavich en los debates relativos a la religión judía. Solá, además afirmó que las acciones de Hamas debían calificarse como terrorismo y que esa misma calificación debía utilizarse en relación con los bombardeos sobre población civil ejecutado por Israel en Gaza. 

En un programa posterior, Manguel convocó a varios referentes de la derecha comunitaria local para debatir sobre el 30 aniversario del atentado criminal a la AMIA de 1994 y aprovecho la oportunidad par caracterizar la opinión de Felipe Solá como una expresión claramente antisemita. Sin embargo, lo que Manguel probablemente desconoce es que la caracterización de “secta” brindada por el excanciller es la expresión utilizada por los rabinos más importantes de las comunidades judías de origen europeo, sefaradí y oriental. 

Uno de los más importantes referentes de la ortodoxia hebrea, el director de la escuela rabínica de Bnei Brak, Elazar Shach, caracterizó a los integrantes de la organización de Jabad como partícipes de una secta. Shach es considerado como Gadol Ha Dor, el líder supremo religioso de su generación. Por su parte, el líder espiritual de los judíos sefaradíes, el rabino Ovadia Yosef definió al máximo referente de los Jabad, Menachem Mendel Schneerson como un hereje y un idólatra por definirse como “la sustancia y esencia” de Dios. 

Otro de los grandes referentes de los estudios judaicos, el rabino e historiador David Berger, publicó un resonado libro titulado  El Rebe, el Mesías y el escándalo de la indiferencia ortodoxa, en el que exigía la expulsión u excomunión de los Jabad por la divinización que llevaban a cabo de  Menachem Mendel Schneerson. Para Berger los Jabad han sido y son algo más defenestrable que una secta. Fueron y son unos farsantes. Varias decenas de grandes referentes espirituales del judaísmo se han expresado en el mismo sentido. 

El falso mesianismo de los Lubavich ha generado reacciones en todo el mundo. Colectivos de diferentes continentes se han congregado para denunciar la articulación prebendaria y obsecuente que mantienen sus referentes con empresarios y políticos reaccionarios como Donal Trump y Jair Bolsonaro. Los dos calificativos que más aparecen en las críticas remiten a sus posicionamientos sectarios y su carácter herético. Uno de los autores más refractarios respecto a los Jabad proviene, sin embargo, del propio entorno del rebe Menachem Mendel Schneerson. Shmarya Rosenberg, inicialmente ejecutivo de la Unión Mundial de Estudiantes Judíos y luego integrante de la secta durante veinte años rompió con los Jabad por el espíritu racista que anidaba en su interior y el énfasis creacionista que exhibía. Entre otras aseveraciones, los Lubavich insisten en que el planeta tierra posee un poco menos de seis mil años de existencia: “La ciencia –señala el portal de Lubavich– fórmula y se ocupa de teorías e hipótesis, mientras que la Torá trata de verdades absolutas. Son dos disciplinas diferentes, cuya «conciliación» es totalmente imposible.”

Versiones de la DAIA (flojas de papeles)
El mandamás de la DAIA Jorge Knoblovits, el legislador macrista Alejandro Finochiaro y el Ministro de Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Waldo Wolff: Tres para quererse

Cuando Rosenberg solicitó ayuda para salvar las vidas de los judíos etíopes afrodescendientes, el gran rebe le sugirió que se dedicara en forma prioritaria a su propio entorno, compuesto por sectores blancos de clase media y alta. A partir de ese momento, Rosenberg se dedicó a denunciar el perfil intolerante e irracional de sus antiguos colegas, situación que le valió la expulsión de la secta. 

Aparece como ostensible la ignorancia de Manguel. Pero más llamativa resulta el oscurantismo de la DAIA que aprovechó el intento de demonización de Solá para sugerirle al excanciller que se interiorice de la definición de antisemitismo aprobada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto argentino. Aparece como llamativo que el presidente de la DAIA, firmante de la amonestación, desconozca que fue justamente Felipe Solá, en épocas que fungía de canciller quien firmó la Resolución 114 / 20 –el 12 de junio de 2020– por la que se adhirió a la definición de antisemitismo recomendada por International Holocaust Remembrance Alliance (IHRA). La evanescente calificación de antisemita al excanciller –según la insinuación de Manguel– y el oscurantismo explícito de Jorge Knoblovits, actual presidente de la DAIA podría caberle a los rabinos antes citados y a los millones de judíos en todo el mundo que observan con asombro y vergüenza como una secta busca en forma exasperada hacer negocios con las fracciones más reaccionarias de las derechas globales. Los Javad son al judaísmo lo que los lefebvristas son al catolicismo: retazos marginales de un sueño inquisitorial que tiene a Javier Milei como seguidor de los primeros y a Victoria Villarruel como adscripta a los segundos. Sendos espíritus fanáticos, ataviados de un delirio de poder, lucro y violencia.

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