La carta tan temida por el gobierno finalmente no existió. Lo que sí hubo, en cambio, fueron hechos reales, en 3D, inapelables para cualquier lector avezado en el mundillo de la gestualidad política, los rituales, las fotos. Fueron mucho más contundentes que cualquier carta y tienen la ventaja de no hacer ruido fuera de este micromundo, donde las preocupaciones excluyentes son el precio del pan (arriba de 300), la yerba (quiñones) y la carne (lucrecia, mango más, mango menos). Veamos.
El hecho político central fue, claro, la masiva convocatoria de La Cámpora a la movilización del 24 de marzo. Fue por mucho la columna más numerosa y sus organizadores se ocuparon de desfilar por media ciudad -como suelen hacer- para garantizar que el dato no pasara desapercibido. Pero hubo más: marcharon con ellos los PJ del conurbano.
Se reprodujo así, en la calle, la sintonía entre dos de los documentos de la semana anterior, el de los denominados ”intelectuales kirchneristas” que reclamaba unidad con el pueblo” y el de los intendentes que reclamaban solución urgente al problema del precio de los alimentos. Porque, recordemos, cuando la política deja de solucionar problemas, empieza a verse como el problema. Si lo sabrán los intendentes.
El proyecto de impuesto a los bienes en el exterior no declarados que impulsan los senadores del Frente de Todos va parece ir en la misma línea. En vez de reclamar por escrito al ejecutivo, se toma la iniciativa, se señala el camino. ¿Cuanto más potente hubiera sido ese gesto, en diciembre de 2019?
Un día antes, el miércoles, Abel Furlán reemplazó a Antonio Caló al frente de la UOM, después de dieciocho años. Si hay caídas que hace ruido, esta es una de ellas. Seguramente confluyeron una sumatoria de factores, pero el último y más visible fue probablemente su albertismo explícito. Caló venía de brindar todo su apoyo al acuerdo con el FMI, desconociendo el carácter profundamente kirchnerista de sus bases y el consecuente malestar que eso habría causado.
Probablemente no sea la última caída ruidosa. Circuló por whatsapp, entre periodistas y dirigentes gremiales y políticos, la foto del presidente del PJ bonaerense con el líder de la oposición en Comercio, el titular de la lista granate morada.
Los aspirantes, como el moyanista Ramón Muerza, no suelen equivocarse a la hora de decidir qué fotos les suman. En este caso, una foto que el longevo Cavalieri jamás conseguirá. Muerza, recordemos, denunció fraude en las elecciones de 2018, fue espiado por el macrismo, espera pronta revancha y sabe con quién simpatizan sus trabajadores.
La frutilla del postre es una elección mucho más chica que la de la UOM o de Comercio, como es la interna del justicialismo sanisidrense. En un PJ siempre pequeño, en un distrito siempre radical, ¿era necesaria la interna? El análisis de la conformación de las listas demuestra que quien no quiso la unidad y pagó caro por ello fue el canciller, el favorito del presidente. A veces no alcanza con portar el apellido más ilustre del norte del conurbano.
El último dato es literario. O editorial. “Diario de una temporada en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre, que narra la experiencia de un miembro del equipo económico del gobierno de Alfonsín, está agotado. Para casualidad, es un poco mucho.
Gran nota de Garriga .
Sencilla , amena , muy clara.
Es una vergüenza lo del ala conservadora del Frente .
Se tienen que buscar atajos para que estos inútiles entiendan que deben moverse.