Mediados de otoño en Brasil, una marcha del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra que se dirigía hacia la ciudad de Belém es reprimida por la policía militar y se produce una masacre. Aquel 17 de abril de 1996, en el Dorado dos Carajas, fueron asesinados 21 campesinos. Desde entonces ese día pasó a ser el Día Internacional de la Lucha Campesina. No fue un caso aislado: es símbolo del patrón recurrente de violaciones de derechos humanos e injusticias cometidas contra pueblos originarios y comunidades campesinas que luchan por el derecho a la tierra y a los recursos naturales en toda nuestra región.
Atardece; presagio de un mañana, de una continuidad. La vida en el campo son ciclos vitales. El otoño anuncia que los fríos están cerca: las heladas secarán los pastos, las cabras tendrán que comer lo que encuentren, habrá que proveerse de mucha leña. Otoño también es Pascua: pueblos oprimidos que deciden adentrarse en el desierto -o en la 9 de Julio- para amanecer sus propios sueños. Este otoño estamos viviendo varios atardeceres; momentos adonde la humanidad sufre dolores de parto. Algo está pariéndose, y aun no se ve claramente lo que es. El orden mundial establecido por occidente se resiste a la Pascua, a dar paso a lo nuevo; muestra su fuerza destructiva y crecen las chances de que se lleve consigo a gran parte de la humanidad.
A pesar de todo el río de la historia sigue su curso recordando a «las campesinas y los campesinos que han ofrendado su vida por un mundo mejor, por la Reforma Agraria y la Soberanía Alimentaria, en la defensa y cuidado de la naturaleza, de las semillas, del agua«, como dice la Vía Campesina, Movimiento Campesino Internacional.
El precio de los alimentos, debido a la avaricia de grupos concentrados, está fuera de control. A dicha avidez se le suma el incremento de los precios provocado por la guerra y las insuficientes políticas de estado. En la escenografía se entrelazan el campo profundo, el centro porteño, la pampa sojera y el este europeo. Luchas populares hay por todos lados, pero solamente vemos lo que se vislumbra entre los escombros mediáticos.
Este otoño deja resquicios por donde asomarse a tomar aire. Como aquel abril en Dorado dos Carajas, campesinxs de todo el mundo unen sus voces para insistir que otro mundo es posible.
Escrito muy bello .
La injusticia con el campesinado del continente y el Caribe es ancestral .
Debe cesar para siempre … algún día.