Los locos por el running y los que a toda costa quieren reabrir la economía en CABA deberán esperar. No piden el impuesto a la riqueza para mitigar la situación: los operadores de siempre los ponen contra un gobierno que corre el riesgo de perder el eje de su estrategia. Los barrios populares no son sacrificables. Y si no aguantan la cuarentena, vayan a quejársele al virus.
No molesten.