Entrevista para Indymedia

(Entrevista aparecida en el sitio Indymedia. La nota original está acá.)

Ideóloga de la belleza, por Sonia Santoro

Sandra Russo es una periodista que escribe libros. Su firma en el diario Página/12 ha sido un trampolín hacia otros soportes: radio, libros, teatro, televisión. Fundadora del suplemento de género Las/12, el más importante de Argentina y tal vez de alrededores, se define post feminista y aboga por una escritura que además de denunciar aporte belleza.

Ojos verdes. Pelo a la nuca. Risa sonora y palabra rápida. Sandra Russo llega a la cita en un bar de Bulnes y Charcas. Viene de Radio Mitre, donde todas las mañanas hace Animados junto a Lalo Mir, se tiene que ir al diario Página/12, donde edita la sección Cultura y Espectáculos. Está apurada. La excusa es la salida de su último libro Perdona nuestros placeres, de Vergara y Riba Editoras. Un libro bello, con textos breves sobre esas zambullidas que nos mandamos las mujeres (anche los hombres) a pequeños gustos cotidianos, y con dibujos luciéndose en papel ilustración.

En el otro extremo de su arco de escritura están las contratapas que publica en el diario. Hay contratapas que quedan en la memoria. Una no sabe cómo ni cuando, sólo se entera de que están ahí cuando algo, alguien toca la fibra capaz de dispararlas. Una de ellas es la que dedicó a contar la locura de su madre («Del otro lado de la vía»), aprovechando para homenajear a «aquellas mujeres que quisieron ir a la luna pero llegaron al otro lado de la vía, a todas esas mujeres de esa generación difícil, tan inconsciente de sus derechos y sus límites, tan encerradas en sus cocinas y en sus mandatos, a esas mujeres frágiles que adoraron y envidiaron que sus hijas fueran tan diferentes, casi como las hijas de las otras que ellas fueron sin saberlo». Esa es tal vez una de sus mayores virtudes, ser capaz de reivindicar los derechos de las mujeres sin usar un discurso políticamente correcto. Como si todo fueran actos. También se recuerdan las apariciones de su hija en esos textos, como en «Pasarse en limpio», donde un diálogo con la nena deriva en un análisis de la política económica de Kirchner. Son textos íntimos y políticos. De gran exposición.

– En cierto periodismo, los textos que tienen que ver con consumo, placer, están como desprestigiados, no es lo mismo que hacer las contratapas del diario…

– Pero es una bandera muy personal mía. Yo editaba la sección Placer en el diario.

– Además no es fácil escribir…

– Es mucho más fácil escribir una nota de denuncia que una nota que se sostenga por la propia escritura, por la propia observación. Pero para mi tiene que ver con una cuestión ideológica muy fuerte. Creo que en general la prensa progresista está viciada de ideología y a mí me interesa bucear por otros lados, y además me parece que hace falta que haya gente que lo haga. Sino todo lo lindo es de derecha. Todo lo que es progre se te deshace… estoy a favor de la belleza y a favor del placer. Además todo el mundo debería tener derecho a eso. Así que me parece que es un nicho donde no hay muchas más posibles comparaciones en Argentina. En lo que tiene que ver con el humor, Maitena es una referencia pero este libro no tiene nada de humor, es prosa poética. Es un lugar de mucha desnudez. Eso me parece un desafío. Además despojarte de las banderas, te quedaste sólo con la escritura y la observación.

Y también me interesa incursionar en lugares de fuera del guetto (donde la gente que lo lee, seguro va a estar de acuerdo con vos). Me parece que es mucho más interesante ver si se puede laburar desde lo masivo, con una línea.

Post feminista

Perdonen nuestros placeres va profundizando en ese camino. Fue lanzado en México, pronto lo hará en Brasil y en un mes en España. Hace un par de años se le animó a la televisión en un programa de cable y este año a la radio AM. Digamos que está en uno de sus mejores momentos. Hay que recordar toda una trayectoria detrás. Entre otras cosas, fue prosecretaria de redacción de la revista SuperHumor y columnista de Humor Registrado. Fue editora general de la revista Luna y pasó por varios cargos de decisión desde la creación de Página/12. Además de publicar los libros ArqueTipos, No sabés lo que me hizo, Crónicas del Naufragio y Contratapas.

– ¿Te estás alejando del feminismo?

– Nunca fui feminista. Yo hablaría de un post feminismo. No me chupo el dedo. No me parece que se opongan femenino a feminismo, esas cosas me revientan, pero no trabajo desde la reivindicación. Hay muchas cosas que ya las doy por hechas, todo lo contrario, me parece que es una forma de post feminismo el derecho a ser vulnerables, a ser frágiles, a necesitar ayuda, a que un tipo gane guita. Yo me gano la vida desde los 19, no voy a estar embanderándome en que las mujeres tenemos derecho al trabajo, más bien tenemos derecho a que alguien nos ayude alguna vez.

– Sos pragmática.

– Eso se actúa. Pero son miles las minas que lo actúan. También obviamente sé que hay doble jornada, triple jornada, no me estoy moviendo en este momento en ese arco. En este momento me interesa ver más cómo recupero cosas que tenían que ver con la antigua feminidad y que se fueron perdiendo. Y también me parece que es una cuestión de género, pero es otra cuestión. Que somos fuertes ya lo sé, pero somos también débiles. Y me parece que parte de un laburo de genero ahora es ver cómo hacemos con los varones ahora que son todos blandos…. y poder ser también nosotras blandas. A mí me entusiasma más ese debate.

– ¿Y el feminismo actual no da lugar a ese debate?

– No, porque es muy sesgado, porque es muy duro, porque hay muchas minas que están en mucha conexión con otras minas, pero me parece que el verdadero laburo de género hay que hacerlo ahora combinado con los tipos. Los tipos tienen más rollo de género que las mujeres, están sin brújula, no saben para donde disparar, lloran, se quedan sin laburo, no tienen ganas de coger y les pasan un montón de cosas que no tienen como resolverlas.

– Es muy difícil salir del guetto, la mayoría de la gente no sabe lo que es género.

– Claro, igual creo que la problemática de género por más que se quede en lo académico y no salga a lo masivo, como en algunas publicaciones como Las/12, hay que agradecerlas porque ayudaron a imponer un montón de cosas pero no es lo que a mí me interesa, me aburro como un hongo con eso…

– ¿Te aburriste de editar Las/12?

– Sí, me aburrí muchísimo. Estuve 5 años y me pareció lindo y divertido el desafío de inventar eso que no existía acá ni en ninguna parte pero cuando estaba yo me parece que no era tan declaradamente de género como ahora. A mí la cosa pura de género me aburre, no lo leo. A mí la cuestión estética me entusiasma mucho. Es lo que decíamos al principio, me parece que la belleza tiene que ver con una cuestión ideológica y me parece que lo progre no puede ser feo, tiene que ser lindo.

– ¿Cómo ves el lugar de las periodistas en los medios?

– Me parece que hay bastantes ahora en el diario, antes también. Pero en general me parece que tiene que ver con la disponibilidad. Los tipos tienen mucha más disponibilidad para el trabajo que las mujeres. En periodismo no sé si es una cuestión de sexismo, lo que es cierto es que socialmente un tipo puede llamar y decir que llega a las cuatro de la mañana y una mina con hijos no puede decir tres veces por semana ‘llego a las cuatro de la mañana’. A vos no te da la cabeza. En general las minas que laburan en periodismo quieren un horario fijo y los puestos jerárquicos demandan no tener horario. Entonces, es una realidad que excede al periodismo, tiene que ver con una cuestión social y con una cuestión que no sé si es social porque la maternidad también tiene mucho que ver con algo muy arraigado: si un bebé se despierta a la noche, se suele despertar la madre, suele tener el oído más sensible y no sé si eso se puede cambiar. Sí me parecería bárbaro que hubiera 3 meses de licencia para la madre y 3 para el padre y que se turnen así afianza mas el vínculo con la madre porque a lo mejor eso es lo cultural, que la madre está más y entonces necesita más a la madre. Pero nunca conocí a ninguna madre que tenga un bebé y que no le joda; si sabés que tiene fiebre y hay una reunión de último momento (a mi me pasó), vos te vas a tu casa, no podes manejar esa situación entonces preferís quedarte en lugares un poco más cómodos, que no son jerárquicos.

La firma propia

Periodista, escritora de un periodismo casi literario, Russo tiene 28 años de profesión atrás. Tenía 19 años cuando entró a su primer trabajo pago en la revista de vanguardia El Expreso Imaginario. Desde entonces no paró nunca. Su trabajo fue sobre todo de edición, tarea de la que se quiere despedir. No es que no le guste hacerlo pero, dice, es un «laburo ingrato».

«El tema del poder de decisión ya me cansó y no quiero que más nadie dependa de mí, quiero ser mi propia jefa y trabajar mis notas y mi firma y nada más. Lo hice muchos años.» Hace unos 15 años, el periodista José Pasquini Durán le dijo algo que ella estuvo dispuesta a escuchar. Algo que le cambió la vida en relación al trabajo, lo que es decir mucho en un persona para la que el trabajo ha sido un gran estructurante: «Más allá del puesto que estés ocupando, o lo que te paguen, o como te lleves, lo único que va a quedar con vos siempre es un nombre.» Russo obedeció, o encontró lo que quería escuchar, y empezó a articular su carrera en torno a su firma, a un estilo personal y fácilmente identificable aún si sus escritos no estuvieran firmados. Y eso mismo trata de transmitir a sus alumnos en los talleres de estilo que da en su casa.

Su estilo es seco, directo, capaz de transmitir cosas. Y no cualquier cosa, sino lo que ella quiere. Un modo muy afín a sus escritores norteamericanos preferidos como Scott Fitzgerald, Raymond Carver o Jerome Salinger. Aunque reconoce que no lee demasiado.

– Cuando leés, ¿qué lees?

– Ficción pero también ensayo, el último autor que me apasionó es Zygmunt Bauman, el sociólogo alemán del Amor líquido. También estuve leyendo un libro sobre el ateismo. Hace un par de meses terminé de leer ¿Por qué no soy cristiano? de Bertrand Russell. Busco material a ver si encuentro refuerzo de argumentos que tengo en la cabeza pero que me falta argumentación.

– ¿Sos autodidacta?

– No, estudié. Pero justo terminé el secundario cuando terminó la democracia y no pude… pasé por Sociología, por Letras, por Arte Dramático… y cuando volvió la democracia hice 4 años de Comunicación pero ya hacía mucho que trabajaba en periodismo y no pude terminar la carrera. La cabeza me la organizó la facultad. Pero no tengo una mente académica, tengo una mente intuitiva, creo mucho en la observación y la intuición y me parece que la escritura tiene más que ver con tener el don, uno no puede cursar letras para escribir.

– ¿Te imaginás haciendo otra cosa que no sea periodismo?

– No, para mí es ésta. Lo que pasa es que tiene muchos derivados. Ahora empecé a hacer colaboraciones de creativa en publicidad, que me parece interesante. Me llamaron en el verano de Walter Thompson para cambiar las etiquetas de un champú muy conocido y les escribí texto de prosa poética. Y después del libro me llamaron de una marca de chocolates muy conocida para ver si laburábamos un proyecto de folletos sobre el chocolate y el placer del chocolate. Es una buena veta. Me gusta mucho. También estoy trabajando con la escritura de una obra teatral que la va a dirigir Ana Alvarado, del Periférico de Objetos, que son dos cuentos míos que entremezclaríamos y tengo que empezar a escribir los monólogos.

Inventora de historias

Russo nació en Quilmes. De padre comerciante y madre ama de casa, se reconoce poco estimulada hacia la cultura. Sin ese mandato, se fue abriendo camino sola. También en su vida personal. Su hija tiene 14 años pero el tiempo parece no hacer las cosas más fácil en la relación.

– Alguna vez dijiste que el problema de las mujeres son las madres, vos también sos madre, ¿cómo cierra?

– Encima yo fui madre sin padre porque enviudé cuando ella tenía 5 y me cuesta mucho. Es una situación muy demandante, me agobia, por temporadas me manejo mejor y por temporadas me manejo peor pero es difícil lidiar con una adolescente vos sola.

– No volviste a tener pareja.

– Estuve en pareja muchos años pero sin convivir, ésa era la pareja que yo quería pero no había una figura paterna en la casa. Pero era mi relación afectiva, no era que le había buscado un padre a ella. Y la verdad que no creo mucho en la convivencia. Creo que no me gustaría volver a convivir. Yo soy medio solterona. Yo llego y por ahí como cerealitas con tomate o pido delivery…. si a la demanda de mi hija le tuviera que sumar la demanda de un marido me vuelvo loca.

– También puede ayudar…

– Bueno, el día que encuentre uno de esos… La vida antes de enviudar era diferente, fue un golpe muy fuerte porque no sólo la nena era chiquita sino que él tenía 38 años y fue una cosa totalmente inesperada. Entonces, rehacerse de ese golpe fue muy complicado.

– ¿Y tu mamá?

– Mi mamá está loca. Nunca tuve buena relación con ella. Por eso yo siento que muchas de las cosas que me pasan me las invento. Porque no es que me vino dado, ni la escritura, nada. No me estimularon… es todo pura invención.

Su próximo sueño, parte de esa invención, es terminar su primera novela y publicarla. Le falta poco para dar a luz un relato complejo sobre la generación «que quedó en el medio entre los desaparecidos y los de Malvinas» (la suya), pero tiene mucho background de la Edad Media y la saga artúrica. Para eso investigó, se pasó meses leyendo documentos del Rey Arturo porque no quería que fuera una típica historia de Argentina denunciante. Tiene una parte de relato fantástico y una parte costumbrista. Fue un año de madrugadas viajando a otro mundo. De invenciones y límites propios. ¿Habrá también ahí belleza? Será cuestión de esperar su aparición.

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