Sacar el cuerpo

En la nota de aquí al lado, el senador Eric Calcagno escribe sobre las profecías autocumplidas. Al respecto, me gustaría compartir una reflexión que surgió en el medio de una charla que dimos cuando todavía flameaban las banderas del “campo”, en Morón, Fortunato Mallimaci, León Rozitchner y yo.

El teatro estaba lleno de personas con muchas ganas de comunicarse, y habíamos estado hablando sobre la indefensión informativa en la que se sentían muchos de ellos, y sobre qué alternativas de participación se presentaban. Alguien del público dijo entonces que a veces perdía la confianza, porque ya antes había puesto el cuerpo muchas veces y se había frustrado o desilusionado. Una posición entendible y un recorrido que para casi nadie es ajeno. ¿O hay alguien que nunca se dijo, por lo menos, “y todo para esto”?

Pero a veces es importante tener presente que el ejercicio activo de la ciudadanía se puede llevar a cabo no poniendo, sino sacando el cuerpo. Doy un ejemplo que fue el que surgió en Morón: si en pleno caos de rutas cortadas y rumores de desabastecimiento uno miraba la pantalla de los canales de noticias, veía góndolas de aceite vacías. Decían que el precio del aceite se estaba disparando. Uno iba al supermercado a comprar yerba, y veía señoras metiendo las tres botellas que dejaban comprar por persona. Las góndolas estaban llenas: los repositores iban y venían. En ese momento preciso, ejercer la ciudadanía activamente era abstenerse, sustraer el propio cuerpo del lugar y la acción a la que enviaba directamente la información tal como era transmitida. Ejercer la ciudadanía activamente no implica necesariamente movilizaciones callejeras. Las inercias de las nuevas tecnologías y el tipo de sujetos que somos, al menos quienes usamos Internet diariamente, hace que sea interesante pensar en estas nuevas formas posibles de conductas ciudadanas defensivas contra la especulación, la manipulación y la espectacularización de los hechos políticos y económicos.

Sustraer el cuerpo o la mente al territorio disciplinado al que envía el poder (esto es: mirar a esas mujeres locas por el aceite y salir del supermercado con el paquete de yerba que íbamos a comprar) puede ser una vía para que las profecías que algunos auspician para todos no sean las profecías de todos. Para que una profecía autocumplida se cumpla, necesariamente se requiere que la gente crea en los profetas.

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