El año pasado ganó un Frente. Distintos sectores amalgamados por la necesidad de sacar del gobierno a la derecha que hoy es declarada ultraderecha.
Es obvio, pero si ganó un Frente y no un solo partido simpatías y antipatías, intereses y ambiciones forman parte del paquete. Son tolerables todos los puntos de vista que estén dentro del consenso básico del Frente. Los derechos humanos son uno de ellos.
Es sencillo por qué: los residuos de la dictadura y los más jóvenes con las mismas ansias de eliminación del adversario, que es enemigo, se agrupan con JxC para limar al gobierno del Frente. Defendemos la vida en todas sus formas, aunque a veces sepamos que ése es un chanta y aquél un turbio. Para algo bello, puro, hermoso de acuerdo al gusto de cada sector habría que partir el Frente.
Es lo único que no nos podemos permitir. Ir a las contradicciones secundarias en lugar de dejar la vista fija en la contradicción principal, que es la ultraderecha regada por embajadas extranjeras, los medios, muchaos jueces y fiscales, los mercados. A A algunos nos decían fanáticos otros que hoy se fanatizan con sus propias ideas de cómo y cuándo deben ser las cosas.
Ahí tenemos al monstruo. Viene por todos. Encontrar el modo de vincularnos dentro del Frente es el único pasaje a la victoria, que no nos pertenece todavía. Estamos muy lejos.
Apenas ganamos elecciones en una región y en un momento histórico en el que la ultraderecha defeca en la institucionalidad.
No sé ustedes, pero yo tengo mil críticas y mucho enojo por muchas cosas, pero sería obtuso y pendejo pasar facturas internas cuando estamos cercados por el desequilibrio y el ansia de venganza ejemplificadora. Hay que estar ubicado en tiempo y espacio. La racionalidad de hoy es el único pasaje a la democracia real que perdimos en 2015. Para mejorarla, profundizarla o abrirla necesitamos el Frente. Más claro no se me ocurre cómo decirlo. Y lo digo porque creo que hace falta.
Excelente.
Muy completo , como siempre .
Acuerdo con este relato. Muy bueno
Corrijo datos