El silencio en el monte, con la llegada del frio, se hace cada vez más fuerte; se percibe nítidamente el crujir de las hojas secas al pasar las cabras o pájaros buscando comida. En las casas los braceros regalan su calor vital antes de tener que salir a los corrales a cuidar los animales. Es mayo, y la leña comienza a ocupar un rol central en la vida campesina; es importante todo el año, pero con los vientos del sur empecinados en llegar, la leña se torna vital. Las familias campesinas producen alimentos muy diversificados, también producen leña.
La leña que compramos en esta época para calentar nuestras casas viene por lo general de dudosas procedencias y de dudosos procesos de recolección. Por lo general, la que se consigue, es producto del desmonte indiscriminado para monocultivos o ganadería intensiva. La leña campesina, por el contrario, es leña recolectada conscientemente, cuidando cada árbol y revitalizando el monte nativo. Es leña proveniente de árboles o ramas secas, nunca de árboles verdes, vivos.
Aun en pleno invierno la vida de las familias en el campo nos siguen ofreciendo productos y saberes muy necesarios para la vida en la ciudad. Una forma muy distinta de entrelazar el campo y la ciudad de la que proclaman algunos sectores de la producción agropecuaria hegemónica. Sectores especialistas en echar mas leña al fuego, y no precisamente al fuego necesario de un brasero o una estufa para dar calor o cocinar un nutritivo guiso. Echan leña en la gran fogata de la confusión, casi la única herramienta de la que disponen para oponerse a proyectos políticos que contemplan el bienestar de las mayorías.
Es muy importante que en estos aturdidos tiempos que estamos transitando no compremos leña verde. Es imperioso que serenemos nuestros oídos para escuchar los sonidos del monte y poder descifrar su misterio. Esos límpidos sonidos que llegan del campo profundo, y del pueblo en los barrios, son clave, brújula, faro. Nos ayudan a no echar más leña al fuego, o mejor dicho, al fuego equivocado. Hay fuegos buenos, necesarios; y hay fuegos que buscan quemar todo para implantar un sistema hegemónico único al servicio de muy pocos, un monocultivo productivo y político.
Muy bello artículo.
Fernández Madero , veterinario , Traslasierra Córdoba.
Autor de la zamba » Las chivas » .
Totalmente de acuerdo contigo Matías. Es un consabido acto depredatorio que se realiza año tras año temporada tras temporada en nuestros bosques nativos..ahora una cosa, si bien es una acto responsable que cada uno al momento de adquirir la leña pueda discriminar y evaluar su procedencia, entiendo que es política de un estado presente en cuanto a las politicas de preservar y monitorear las reservas de bosque para tal fin. La escasez de recursos técnico humano y el poder de policía es responsabilidad de Estado ausente que No advertierte del daño que se provoca con el desmonte indiscrimimado.
Seguramente es política de todos los habitantes de este valle transerrano y de otros parajes regionales hacer todo lo posible para preservar nuestr ecosistema, es menester que se eduque a nuestra gente de manera adecuada y persistente…en fín…es un tema recurrente para estas temporadas…y de difícil abordaje por lo complicado que es cubrir las necesidades de la población en materia de calefacción y demás..es bueno advertír y actuar en consecuencia y siempre es mejor algo que nada…
Celebro tu actitud como difusor de estos actos Matías.
Un abrazo.