Vértigo y monstruos en la pospandemia

La contratapa de P/12 de hoy

En la pospandemia el tiempo pasa más rápido. Todo dura menos. Lo bueno y lo malo. Como especie, nos ha sucedido algo que ha trastocado los cimientos. Después del aislamiento, de ese enérgico deber que sin embargo instaló visceralmente la amenaza en el otro, nuestra percepción de los demás y de nosotros mismos se ha alterado, y de esa alteración beben los monstruos.

Mucho de bueno no hay. Aquellos viejos pronósticos de un mundo uniendo sus manos erraron; el mundo está en guerra y se retomaron los métodos de Goebbels en aparentes democracias a la deriva y en otras que parecían sólidas: la propaganda de guerra elevó las noticias falsas a banda de sonido. Surgieron las ultraderechas fascistoides en el pasto de las mentiras. Recuerdo al azar un título de un diario español a dos o tres meses de comenzado el conflicto: “Hitler era un defensor de la agroecología”.

Aquí, el macrismo, desde su jefe a personajes menores, vienen deslizando frases nazis para caracterizar al kirchnerismo y como siempre hablando más de sí mismo que de otra cosa. Cuando Durán Barba, hace unos años, decía que Hitler “era un tipo espectacular”, no se dimensionó que algo brutal estaba haciendo su ingreso en la vida pública argentina: el reemplazo del adversario por el enemigo. Eso cambia todo. Y al enemigo “hay que quebrarlo hasta que pierda las ganas de vivir”. Estaba refiriéndose a cámaras de gas mediáticas, abastecidas por el judicial mafioso.

Y en ese clima, sin terminar de salir siquiera de la pandemia que se llevó millones de vidas, contra cualquier lectura lineal y contra dos dedos de frente, surgieron los partidarios de la muerte.

Hay un vértigo de montaña rusa en la manera de deslizarnos por el tiempo (no faltará quien pretenda cambiarle en nombre a la montaña, ahora que hay tanto rusofóbico). Hay algo sobregirado porque si no, no se entiende que esta semana Biden haya “autorizado a los países de la UE sin salida al mar que le compren petróleo a Rusia”. ¿Biden “autoriza a la UE”? EE.UU., en su declive, parece querer al mundo entero de patio trasero.

Hay vértigo también entre los dueños de las cosas: tienen un frenesí orgiástico de ganancia. En su universo, la tierra gira alrededor del dólar. No se concibe, en “Occidente”, la planificación: los acuerdos duran poco y ningún negocio es a mediano plazo. La gula requiere satisfacción inmediata.

La crisis ha dejado al descubierto, además, la poca preparación, lo improvisados y aturdidos que están los hombres y mujeres a cargo de los Ejecutivos de muchos países. Que la UE se haya puesto en posición de podir autorización a EE.UU. para decisiones soberanas, es apenas un indicio de la multiprocesadora de liderazgos.

Hay pocos estadistas. ¿Cómo va a haber estadistas en una parte del mundo que reniega del Estado? O más: que ha hecho de la lucha contra el Estado y su rol social otro enemigo a derrotar.

A fuerza de la repetición de mentiras y despliegue de demonizaciones, hoy hay muchos débiles mentales que, como los bolsonaristas esta semana, envían señales con sus celulares a los extraterrestres para que eviten que asuma Lula.

En esta escena, ¿qué hacer? Defendernos con nuestro valor agregado: la muerte de Hebe viene a decir que se está terminando esa generación que comenzó a activar como respuesta a los asesinatos en masa de sus hijos. La canalla mediática tira odio incluso para comunicar su muerte, porque ése es su tic. La llenaron de agravios pero ningún agravio la ofende porque ella automáticamente los escupe. Hebe seguirá escupiéndolos siempre.

La refocalización de Hebe y sus compañeras en su justo primer plano de la historia reciente, su triunfo para comunicar mundialmente los secuestros, las torturas y los asesinatos de la dictadura, es de una inspiración enorme para que la mayor cantidad de personas de todas las edades sepan distinguir la rebeldía del sketch con gel en el pelo.

No hay rebeldía sin contracorriente. La rebeldía se le planta al poder. La galería de fotos y videos que hemos visto estos días, con esa mujer vociferándoles en la cara a los policías “malditos” y “ojo con lo que vas a hacer”, con la única defensa de su propia rabia y de su propio amor a los hijos, no necesita descripciones. El que no entienda que se ha ido una de las mayores defensoras de la vida que hemos conocido, no entiende nada. Y muy posiblemente, el que no lo entienda, lo sepa o no, es partidario de la muerte.

Al 23 llegaremos sencillamente así: la vida contra la muerte.

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