Están pasando cosas todo el tiempo. Cacerolazos por todo el país, movilizaciones de sindicatos, concentraciones frente al congreso, amparos, constitucionalistas ni remotamente sospechados de kirchnerismo o peronismo diciendo que el DNU del presidente Milei es ilegal en forma y contenido (Daniel Sabsay por ejemplo). El radicalismo pidiendo que se habilite al congreso para discutir el contenido del decreto pero presentado como ley…, la coalición cívica oponiéndose…
La pregunta que nos hacemos quiénes no lo votamos es cuántos votantes de Milei se dieron cuenta de que los estafaron, cuántos están dispuestos a reconocerlo públicamente. A reconocer que la verdadera casta no era la que Milei decía, sino que son los monopolios, las empresas gigantescas que no dejan de ganar muchísimo dinero a costa del hambre y otros desastres por venir, el aparato judicial que se perdona barbaridades entre ellos, condena sin pruebas al enemigo político y libera con pruebas al amigo corrupto. La mafia mediática que repite y repite frases en modo Goebbels que el votante de Milei termina asumiendo como propias .
¿Se estarán dando cuenta? O habrá que esperar a que muchos de sus votantes de clase media no puedan comprar comida para tener sus 4 diarias, no puedan pagar su obra social privada si tenían, no puedan seguir mandando a sus hijos a la escuela también privada, se queden en la calle porque no pueden renovar el alquiler o tengan que mudarse con sus padres, les dejen de pagar en su trabajo, si lo conservan, las horas extras, les aumente el transporte al doble o al triple… Y hay mucho más.
Y por el otro, los votantes más humildes que votaron a Milei, se estarán dando cuenta de que las principales víctimas de las políticas de Milei son ellos, que los que menos tenían van a tener mucho menos? ¿Dejarán de decir que Milei “no va a hacer” lo que dijo cuando estaba en campaña? Cuando las changas que todavía hacen dejen de existir porque un escalón o dos más arriba no hay plata para pagarlas: ¿reaccionarán?
Los estudiantes universitarios que lo votaron, cuando sus universidades estén cerrando o al borde del cierre porque el gobierno les quitó todo el apoyo: ¿se darán cuenta?
Y la inmensa cantidad de jubilados que cada mes reciben los remedios que necesitan, cuando ya no los reciban más, y no les aumenten lo poco que ya cobran más o menos como la inflación, y nos les alcance para pagar la luz, el agua, el gas, el cable los que tienen. Cuando no les alcance para pagar el transporte. Los que usan el PAMI cuando el PAMI ya no les entregue remedios gratis y se quede sin presupuesto o directamente cierre y los hospitales no puedan atender por el crecimiento de la demanda y la falta de insumos y personal; ¿dirán algo así como: “la verdad, que me equivoqué con el voto”?
Mientras tanto, los que no lo votamos, estamos al mismo tiempo preocupados y envalentonados con cacerolear; algunos en ir al congreso, escuchar nuevamente a “nuestros periodistas” analizar la realidad. Y esperando que nuestros dirigentes sepan lo que hay que hacer (¿saben?), dándoles tiempo amenazando con marchar con sus cabezas sino se ponen al frente nos preguntamos: “¿De quién depende que ésta pesadilla se acabe?” ¿De nosotros? ¿De nuestros dirigentes? Del periodismo? ¿De las fuerzas del cielo? ¿Qué tenemos que hacer y cómo puede ser que nos gobierne un energúmeno que habla con su perro muerto y cree que su hermana es “el mesías” (https://www.perfil.com/noticias/politica/yo-soy-solo-un-divulgador-mi-hermana-es-el-mesias-las-referencias-de-milei-a-su-hermana-karina.phtml)
Ilusionados con la reacción popular, pero por ahora sólo de gente que no votó a Milei, estamos esperando la reacción popular de gente que sí lo votó, y la vuelta de “piquete y cacerola, la lucha es una sola”.
Hasta que eso no suceda no parece que algo cambie.
Pero por las leyes de la lógica más pura, debería pasar más pronto que tarde.