Desde diciembre nos venimos fumando el telón de fondo del daño enorme del que es capaz Milei. Nuestra realidad era y es la vida que su DNU hace imposible. Así, sencillo: Milei no nos deja vivir.
El telón de fondo que para muchos comentaristas era puramente distractivo, eran sus “viajes espirituales”. No se sabe si Milei tiene espíritu, pero esta noche, con el giro dramático en el cercano oriente, todo eso pasa a primer plano, porque la posición geopolítica de su gobierno, tal como el de Menem, nos vuelve blanco.
Milei está en guerra desde hace mucho. Y está cebado. Es embajador de la luz y a su mesianismo le queda chico este país. Milei se come al mundo y cree que Occidente es el mejor videojuego del mundo. Es el lado del bien. Dios mío, parece la versión trágica del superagente 86.
Corremos peligro. En lo doméstico y lo internacional. Qué al pedo se rifa la paz social de un país. ¿Y Casación? ¡Qué pálpito! Todo huele a podrido.