El último sábado 23 de octubre tuve la satisfacción de reencontrarme con Álvaro García Linera, en las escalinatas de la Facultad de Derecho. Once años atrás había tenido el privilegio de presentar, a pocos metros de allí, en el Aula Magna, su Laudatio, como se da en llamar, en ocasión de su nombramiento como Doctor Honoris Causa de parte de la Universidad de Buenos Aires, a quien era entonces Vicepresidente de la hermana República de Bolivia.
Y ayer confirmaba que pocas veces una distinción ha sido tan merecida. Junto a millares de jóvenes, después de cálidos saludos, escuché una charla magistral, notablemente accesible y elocuente, sobre nuestra historia, nuestro tiempo, nuestros valores, nuestras dificultades. La hermandad de una región para enfrentar a alguien que tiene furia y no puede aceptar la paridad.
La necesidad de recuperar y promover la esperanza para recuperar iniciativa, recuperar las calles, recuperar un horizonte. Y cómo hacerlo, Cuánta claridad, cuánta convicción, cuánto compromiso. Un maestro como pocos. Sin alardes ni retórica, De corazón a corazón. A ese par, por cierto, no había dejado de seguirlo. Incluso lo había visitado en La Paz. Y puedo decir que de nadie he aprendido tanto.
Ayer fue como una apoteosis confirmatoria. Pude entregarle mi libro sobre el legado de la Revolución Rusa… Se lo puso sobre el pecho y me dijo “esto es lo mío…” Un código compartido. Las luchas que surcaron nuestro mundo. Mis mejores deseos para este maestro. Que sigue como siempre, en lo suyo. Enseñar, entusiasmar, avanzar, caerse para volverse a levantar…
*Titular de Política Latinoamericana. Profesor Consulto UBA
Un gran talento .
Es muy gratificante que un boliviano sea aplaudido y ovacionado en Buenos Aires.
Enseña .