La intermedia

–¿Ayer qué hiciste?
–Uf, no me hables.
–¿Por qué? ¿Qué hiciste? ¡Un domingo tan lindo!
–¡Qué lindo que estuvo! ¡Y yo me lo arruiné!
–¿Discutiste con Horacio?
–No. Me fui a comprar un jean.
–¿Y qué?
–¿Hace mucho que vos no te vas a comprar un jean?
–Sí, yo no uso jeans.
–Ah, con razón. ¿No usás jeans? ¿Y qué usás?
–Qué sé yo. Pantalones, polleras.
–Ah, con razón. ¡No sabés! ¡Tres horas y media en el Alto Palermo!
–¿Ninguno te iba bien?
–¿Cómo me van a ir bien esas cosas que hacen ahora? ¡Dos piernas y cinco centímetros de tela para que metas ahí todo el culo y la cadera!
–¡Ah, los tiro bajo!
–¡Tiro bajo la cédula, querida, si tenés más de dieciséis no te entran!
–¿Ninguno?
–Me probé jeans en veinticinco locales, y casi lloro en los probadores de los últimos cinco… Me agarró como una desesperación. ¿Somos deformes nosotras o las deformes son las pendejas? Porque acá alguien es deforme, o ellas o nosotras. Ayer la agarré a mi hija y la inspeccioné: quería ver si estamos criando a otra especie animal y no nos avisaron. Pero a simple vista ella solamente es más flaca que yo. Con dos o tres talles más un jean debería irme perfecto, pero no sabés lo que soy metida en una de esas cosas, soy el abominable hombre de las nieves, el monstruo del lago Ness, un pescado luchando por salir de la red…
–Ehhh…. ¿para tanto?
–Yo sé que ya no estoy en edad de tiro bajo, no te creas. Lo supe desde un primer momento. Pero mi hija me dice que con jeans a la cintura no parezco su madre sino su abuela, así que allí fuimos a comprarme algo intermedio. Lo intermedio no existe. Yo no existo, parece. ¿Vos cómo hacés?
–¿Cómo hago con qué?
–En general, en general.
–¿Cómo llevo mi edad? ¿Mi pareja? ¿Mi sexualidad? ¿Cómo me llevo con mis hijos? ¿Cuánto tiempo le dedico a mi trabajo y cuánto tiempo a mi familia?
–¡¡No!! ¿Dónde te comprás la ropa?

Compartí tu aprecio

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *