Amar y flirtear

El amor en general es maltratado en los medios de comunicación masiva. El amor es el tema insoslayable de los folletines, de las canciones melódicas y las canciones pop, de las películas de Hollywood y de muchos best sellers de autoayuda. El amor también es un tema de culto, como saben los fanáticos de algunos directores coreanos que nos vienen a decir, desde latitudes y ritos muy distintos a los nuestros, sus puntos de vista sobre ese sentimiento. El amor es un tema de la ópera. Y de la narrativa, por supuesto. Pero muy pocos llegan a leer esos cuentos y novelas, o a presenciar una ópera, o a ver cine coreano, como hace unas décadas los jóvenes veían cine francés.

El amor entre un hombre y una mujer suele llamarse amor romántico, aunque ese adjetivo no nos hable del amor, sino apenas de un tipo de amor que fue codificado hace unos siglos y ya no existe. Quedan resabios, es cierto. El sufrimiento por amor, el miedo a la entrega generalizado quizá provengan de esos resabios: conocimos, nos fue presentada una noción del amor siamesa a la idea del amor romántico, y no sabemos cómo soltar esos estereotipos, cómo expulsarnos de nuestros fantasmas y nuestras percepciones.

Quizá cierto malestar de época esté relacionado con el hecho significativo de que no existan discursos para auxiliarnos en nuestras preocupaciones amorosas, o mejor dicho: los discursos circulantes provienen del folletín, el bolero, Montaner, esas cosas mejores o peores, pero que lo único que dicen es lo mismo que sabemos: el amor hace sufrir.

Cuando apareció hace un par de años Amor líquido, de Zygmunt Bauman, causó un revuelo considerable (yo misma escribí unas cuantas notas a partir de la idea de la liquidez emocional de esta época). Es que muy pocas veces sucede que desde las ciencias sociales alguien baja con una prosa agradable y un lenguaje simple a traer una idea clara y nueva para iluminar nuestros interiores perturbados. Sobre Bauman se habló en las aulas de Sociales y también salió una nota en Para Ti. Una mujer intelectual o un hombre que vende seguros pueden entender que la idea de amor líquido los abarca. Muchos enamorados han leído y releído durante las últimas décadas los Fragmentos del discurso amoroso, de Roland Barthes, pero su intensidad teórica ha demandado, por lo menos, ser estudiante de algo para asomarse a sus páginas.

En dos líneas, Bauman dice que los hombres y las mujeres de este tiempo temen tanto sufrir, que resbalan por relaciones líquidas, de las que es fácil escurrirse, y huyen de lo sólido, en tanto por un lado equivale a sufrimiento y, por el otro, se percibe con claustrofobia. Pero Bauman no describe: el libro es una defensa de lo sólido.

Por mi parte, venía leyendo y releyendo al psicoanalista británico Adam Phillips (sí, también escribí unas cuantas notas disparando de ideas suyas). Y su libro Flirtear me hizo hacer conexión directa con Bauman. Phillips, a su manera, más oblicua, defiende lo líquido: defiende el flirteo. Se pregunta casi con ingenuidad: “¿Por qué negarse a una atracción?” Y eso mismo están pensando, con ésas u otras palabras, millones de hombres y mujeres en el mundo occidental, cuando sus matrimonios ya no los divierten, cuando alguna circunstancia buscada o azarosa los vuelve a colocar, después de mucho tiempo, ante un claro objeto de deseo. Esos hombres y esas mujeres valoran la solidez de lo que han construido, porque lamento decirlo, pero lo que llamamos “matrimonio sólido” muchas veces encaja sus cimientos en sentimientos inconfesables.

Es que Bauman, por así decirlo, nos retaceaba una parte de información sobre lo sólido. Phillips no se limita a los devaneos sentimentales: caídos los dogmas, se flirtea también con las ideas. Flirtear es una forma de explorar. Vivimos una época plagada de propuestas, de menú a la carta, de tentaciones baratas, de erotización como recurso escaso que se intenta promover desde todos los puntos cardinales.

Cuando crucé los textos de ambos y advertí que hablaban de lo mismo, pero desde diferentes verbos (esto es: con acentos teóricos diferentes), descubrí que vivimos como dice Phillips, pero que en el fondo aspiramos a lo que dice Bauman. El amor, y no el flirteo, es lo que llevamos en nuestras subjetividades adherido a nuestras mejores versiones. Buscamos el amor, pero incluso si tenemos la suerte de encontrarlo, somos criaturas volátiles que al cabo de un tiempo se encuentran preguntándose: “¿Por qué negarse a una atracción?”

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4 comentarios

  1. Un gran problema de esta sociedad es lo que nombrás sobre los esterotipos que se siguen alimentando en la producción cinematográfica occidental, en los medios, y por consiguiente se alimenta en los hogares y en las escuelas, dando lugar a la mayor de las hipocresías sobre la felicidad y la vida en matrimonio.
    Queremos amar, creemos saber sobre el amor, sin tener una puta idea de nosotros mismos….
    Seguramente leíste a Eric Fromm, creo que ese tipo algo sabía de esa búsqueda y de las confusiones a las que los occidentales nos sometemos constantemente en nombre de eso que creemos dominar,
    Eso que está íntimamente relacionado con la concepción de la vida y la felicidad misma, el amor,
    Posiblemente en varios siglos de evolución -si aun nos queda planeta – podamos acercarnos a una esencia individual menos contaminada, y desde ahi vivir el amor lejos de la cáscara de preconceptos de juguete que rodean las ideas colectivas occidentales sobre el amor romántico.

  2. Hola Sandra! te felicito, la verdad por tu manera de escribir, por las cosas que decís… todo me parece tan real!! o se ve que a uno los libros le atraen o no según el momento que estás viviendo…Coincido plenamente con vos y con los autores Phillips y Bauman en esto de las nuevas formas de amor, estas relaciones líquidas, no sé si llamarlas nuevas formas de amar, pero en algo se parecen…
    Me parece que hay que romper con los estereotipos a los que nos tienen acostumbrados.. sobre todo a las mujeres… todo lo que está institucionalizado nos limita, nos impone márgenes, nos hace desconocer todas nuestras posibilidades por restringirnos la posibilidad de expresarnos de otro modo, mostrarnos más auténticos… sentir nuestro deseo verdadero (q tantas veces está obstruido y/o taponado por el discurso social actual)
    Estoy leyendo por primera vez algo tuyo, tu libro «Amar y flirtear» y no dejo de sorprenderme de lo cierto q es todo lo q decís. Gracias por expresarlo porque a muchos nos sirve y es bueno poder compartirlo…
    Saludos!!

  3. Para poder hablar del amor y del flirteo, te tengo que contar quien soy.
    A los 19 conoci a un dificil, atorrante, inteligente, sexy tipo de 20 que me volo el cerebro. Obvio que no lo amaba, pero me seducia desde todos los angulos. El detonante de esa seduccion fue una charla sobre religion, donde por supuesto, disentimos completamente. El, agnóstico, yo, formada en una primaria religiosa, con toda esa cuestion de fe y de represion consecuente, obvio no coincidiamos. Me encanto. Despues, hablamos de tantas cosas… Me impulso a leer más, a mirar de otro modo las cosas, solamente con el afan de entender su perspectiva y alcanzar su nivel de analisis….
    La hago corta. Me case con él cuando yo cumplía 31 y el 32. Hace casi 11 años y todavia tenemos esas conversaciones. Y todavia disentimos muchisimo, aunque menos, logico, la vida hace que las visiones se acerquen.
    Por que te cuento todo esto? Porque creo que el secreto de las relaciones esta en muchas cosas que te conte: compartir, luchar, construir las relaciones es un trabajo arduo y cotidiano. Y lamentablemente, no hay muchas personas que se banquen el esfuerzo. Ojo, no creo que seamos invencibles, es mas, el divorcio es una posibilidad latente para todo el mundo, pero todos estos años de sinceridad, de lealtad, de sacrificios, de entrega, no son poca cosa. Y el problema es que la gente no quiere arriesgar nada, no quiere jugarse por el otro, no quiere comprometerse. Se casan pensando en el divorcio, inventaron los contratos prenupciales por si se divorcian y la mayoria de las veces obviamente lo hacen. Porque «no se meten» . El «no te metas» llego tan profundo!!!
    Las tendencias foraneas tambien. Y como el dios del dinero es mas importante que cualquier valor humano, todo lo hacen con cautela: se entregan pero un poquito, se juegan pero un poquito, se casan…pero un poquito. No hablo desde el poder estupido del «yo lo conseguí», sino desde el trabajo cotidiano del «yo me lo gano cada dia»
    La desocupación, tambien llego a los sentimientos.

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