Murciélagos migrando

Al triste son de la pandemia que arrasa pero debilitada en su poder destructivo, la escala de producción no varía, las condiciones del planeta no mejoran y nadie toma ninguna decisión estructural. Nota de Matías Fernández Madero *

Más allá de que aún puedan seguir viniendo oleadas debido a nuevas variantes del virus, hoy, o a más tardar pronto, y gracias a las vacunas y a la altísima tasa de contagios, la pandemia será solo un horrible recuerdo. Al menos en la mayor parte del mundo que contó con cantidad de vacunas suficientes. 

En algunos países aún no se ha podido avanzar con la vacunación tan necesaria para actuar como escudo al avance del virus. Esto que de por si es lamentable, y habla muy mal de mostros como comunidad internacional, no deja de ser también una alarma. El virus podrá seguir multiplicándose en personas susceptibles y tendrá todavía chances de mutar hacia nuevas variantes.

Pero si miramos egocéntricamente, desde nuestra realidad, en muy poco tiempo podremos andar tranquilos, sin barbijos.

Mientras tanto por alguno de los cada vez más escasos montes nativos del planeta seguimos arrancando de cuajo arboles vivos, dejando tierra arrasada adonde antes había vida plena y diversa. Una bandada de murciélagos deja su ex-territorio buscando algún otro lugar habitable. Lo encuentra cerca de una plantación de mangos y papayas, de cuyos deshechos se alimentan piaras de cerdos y otros animales silvestres que viven de a muchos, muy próximos entre sí.

Los murciélagos habitan su nuevo lugar en el mundo; al mismo tiempo, algunos productores comienzan a ver subir sus acciones en la bolsa. Sus arcas se llenan de granos y carnes provenientes de aquellas tierras adonde antes habitaban murciélagos que ahora cohabitan con piaras y poblaciones humanas que viven en las cercanías de bosques que aún resisten. 

Así como los murciélagos, árboles frutales, cerdos y personas se adaptan a un nuevo vivir, otros seres microscópicos también buscan como proseguir su transitar en este planeta, y se van adaptando maravillosamente a nuevos nichos biológicos. Desde un hospedador que por milenios los alojó, los microbios pasan hacia otros dispuestos a alojarlos y a llevarlos a diferentes latitudes. 

En algún momento al azar, cerca de aquel lugar adonde se estableció una nueva comunidad biológica, alguien siente una picazón en la garganta, tiene fiebre, quizá algún otro síntoma; es el primer portador. 

La tala de bosques continúa, especies animales huyen buscando nuevos territorios y nosotres volvemos a hacer colas en las farmacias adonde el alcohol en gel se está agotando.

*Veterinario. Magister en Salud Pública Veterinaria.

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