Quilmes y la construcción de la historia

En la gran fiesta que conmemoró el 356 aniversario del municipio bonaerense, el autor participó con este texto que pinta una aldea y pinta el mundo. Nota de Eduardo de la Serna.

Hoy nos reunimos para “hacer historia”. Quilmes es historia. Historia del crimen contra los indígenas que dieron nombre al Partido, historia de la resistencia contra los ingleses invasores, historia de surgimiento de empresas por doquier y de pobreza con asentamientos urbanos por todas partes. Hacer historia es no quedarnos dormidos cuando esta pasa delante nuestro, y ponernos de pie para caminar juntos y juntas.

Hay mucho por hacer en Quilmes, en el país, en el mundo… Hay guerras (no una sola, por cierto), hay calentamiento global, hay incendios provocados por la mano humana y los bolsillos inhumanos, hay sequía, hay basurales inmensos y empobrecimiento creciente en el mundo entero por la crisis energética, la escasez de alimentos y una inflación galopante. Y eso repercute también en toda nuestra Patria, y en nuestro Municipio, porque no somos una isla, por cierto. Por eso es indispensable enfrentar la realidad, ser “honrados con lo real” y confrontar con los desafíos mirándolos a la cara y haciendo nuestras las causas de los pobres. Los desafíos hoy tienen nombre y rostros, en comedores y en cooperativas, en víctimas de la violencia y en abrazos compartidos, en mirar Quilmes del este al oeste, y también en soportar las embestidas de la nada y contemplar las sonrisas de los niños y las niñas.

Es verdad que la historia muchas veces hay quienes la disimulan y así, reducen a los aborígenes, esconden la Reconquista y hasta celebran los bombardeos en la Plaza de Mayo y niegan los 30.000. Por eso a la historia debemos “hacerla”, la historia es militancia de ayer, resistencia de hoy y esperanza de mañana. Los que creemos en Dios, mirando la historia vemos un desafío, un compromiso, una utopía para andar; los que no creen en Dios, mirando la historia, ven un desafío, un compromiso, una utopía para andar. No faltan quienes prefieren vallar la historia, ocultar la memoria o imprimir animalitos; los que eligen reprimir a otros indígenas y a quienes los acompañan, apalear jubilados y felicitar a asesinos por la espalda y disimular un submarino hundido; no faltan quienes sostienen que podemos tener la libertad de morirnos de hambre si no queremos vender nuestros órganos o incluso vender a nuestros propios hijos. Pero tampoco faltamos quienes al mirar Quilmes traemos al presente indígenas desplazados, ingleses expulsados, desaparecidos recordados. Y los traemos al presente para que al “hacer historia” no repitamos crímenes del pasado, sino que miremos a todos aquellos y aquellas que con pasión y coraje soportaron el rechazo y el odio de unos pocos con poder, y nos muestran rumbos para que hoy seamos capaces de llevar sus nombres como bandera a la victoria.

Quilmes es un desafío. Pero no de ese emprendedurismo meritócrata que exaltan los que nunca mostraron mérito alguno, sino el desafío de mirar a la cara a un pueblo para reconocer sus fiestas y duelos, sus gozos y esperanzas, dolores y angustias. En especial los de los pobres (que no son pobres por desidia, sino porque para algún modelo sobran y solo cuentan para votarlos y son despreciados cuando no lo hacen); en especial de una justa distribución de los bienes. Es un desafío de caminar juntos y juntas con nuestras diferencias y desacuerdos, y también con encuentros y proyectos de vida, de amor y de justicia (esa que está ausente en tantas partes de nuestra patria transformándola en show mediático, o que se decide en una cancha de paddle o de fútbol entre amigos).

Creyentes y no creyentes estamos invitados e invitadas por Quilmes y en Quilmes a crear. A ser creativos para que vivir valga la pena, para que vecinos y vecinas, hermanos y hermanas puedan mirarse y hasta celebrar las diferencias porque nos une la vida y la esperanza, una tierra nuestra, de todos y todas. Una tierra donde queda mucho por hacer, y donde no faltan los palos en la rueda de los que ayer sólo mostraron un vacío de obras y de ideas. A lo mejor, así solo pretenden evitar la comparación, lo que es entendible, y para eso pretenden robarnos la esperanza… Pero otros estamos hoy aquí, mostrando, con nuestra presencia, que somos muchos los que creemos, esperamos y amamos un Quilmes distinto. Porque queremos animarnos a la osadía de enfrentar la injusticia, la desigualdad y de aceptar los desafíos de transformar un Quilmes de márquetin en un Quilmes de vida. Otro Quilmes es posible.

Quisiera hacer memoria de un grande de nuestro municipio. El obispo Jorge Novak [aplausos], uno que mostró a creyentes y no creyentes la centralidad de los pobres, el encuentro entre todos y todas, la salida a las calles y barrios y la militancia por los derechos humanos; uno que acompañó a quienes pretendían su techo y su tierra, uno que marchó contra el hambre diciendo que el neoliberalismo es ‘un genocidio por goteo’, uno que abrazó a Madres y Abuelas que buscaban a los suyos desaparecidos. Pero uno que reveló, como lo sabemos desde El Eternauta, que no hay héroes solitarios sino colectivos. Y por eso sabemos que es como quilmeños y quilmeñas, colectivamente, que debiéramos caminar militando para que el amor venza al odio, la solidaridad a la indiferencia, y para que sea verdad, ahora y siempre que “la patria es el otro”, otra, otre…

Palabras dirigidas a los presentes con motivo de los 356 años del distrito municipal de Quilmes

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