Piquete y cacerola, el sintomático no va más argentino

Es efímero. Es coyuntural. Pero es un indicio de un profundo malestar transversal. Nota de Sandra Russo.

Primera prueba de cordura colectiva frente al avasallamiento descarado, más propio de un videojuego que de la vida real: un superpresidente llamado Ancap logra lo que ya en la Rebelión de Atlas, de Ayn Rand, se exhaltaba heroicamente: que el mercado reemplazara a la política y a «los políticos». 

La democracia, cualquier tipo de democracia, tracciona en base a la política. Intentar una constitución de facto prescindiendo de «los políticos» es un autogolpe. Si eso se aprobara, Milei será tirano, como predijo su vice. 

Tan bestial y desquiciado es Milei, que logró que en una semana piquete y cacerola, eso que ya sabemos que funciona cuando la cosa no va más, haya sido ayer. 

Reconcilia con la cordura el impulso colectivo. Repito: ya no importa quién votó a Milei. Hay un nuevo nosotros muy amplio, de esos que pueden cambiar el curso del río, que es de sangre. 

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