A principios de 2014 el líder nazi argentino Alejandro Biondini insistió ante las autoridades judiciales el reconocimiento de su partido político, Bandera Vecinal, luego de que varios magistrados rechazaran su pedido. El 12 de junio de ese año, el führer local agradeció al titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal 12, Ariel Lijo –que se desempeñaba como juez subrogante– el haberle concedido la personería jurídica definitiva a su partido, Bandera Vecinal. La resolución que habilitaba a Biondini fue avalada también por el secretario electoral, Martín Seguí.
En aquella oportunidad, el diputado Carlos Kunkel presentó, en la Cámara de Diputados, un pedido de repudio contra el Magistrado. En el texto planteó que la decisión tomada por Lijo “conlleva un desconocimiento mayúsculo e intolerable de los estándares mínimos de los derechos humanos por parte de un juez”. A partir de ese accionar, los diputados solicitaron la intervención del Consejo de la Magistratura “ante el manifiesto mal cumplimiento de funciones por parte del juez. ”Durante la década del ´80 y el ‘90 Biondini se había llamar führer o Kalki, figura hindú que expresaba la última reencarnación de dios, aquella que viene a poner fin a la era oscura y a imponer la era de la rectitud en la ley moral. La simbología hindú siempre fue atractiva para la tradición nazi: la esvástica, por ejemplo, remite a un término sánscrito que augura “algo muy auspicioso”. A mediados de aquella ocasión, Kalki agradeció la autorización y consideró que el magistrado había procedido acorde a la Ley, a la vez que cuestionó la “actitud intolerante de los dirigentes de la DAIA”.
Hacéte amigo del juez
El pedido ante Ariel Lijo, que suplía a la jueza electoral María Romilda Servini, fue elevado cinco años después que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) había rechazado la misma solicitud de Biondini. En aquella oportunidad –en 2009, mientras Cristina Fernández de Kirchner transitaba su primer periodo presidencial, el führer vernáculo había presentado una plataforma electoral en la que se consignaba la necesidad de “desbaratar la red homosexual, drogadicta y corrupta que hoy infecta a la Argentina”. En aquel fallo de la CSJ, rubricado por unanimidad de sus miembros, se le denegaba el reconocimiento advirtiendo que “no se puede legitimar como partido político a quienes incurren en apología del odio e, indirectamente, incitan a la violencia”.En 2019 la periodista platense Gisele Ferreyra denunció a Alejandro Biondini y a sus acólitos por haber sido víctima de un robo de identidad, al ser incluida como candidata en la lista de Concejales de la agrupación liderada por Kalki. A pesar de llevar a cabo diversos reclamos ante la justicia electoral, no logró que su nombre fuese excluido de las boletas electorales, debido a las múltiples recusaciones llevadas a cabo por los apoderados de Biondini.
En mayo de 2024 la Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA) presentó ante el Senado de la Nación el aval a la nominación de Juez Lijo para ocupar un sitial en la Corte Suprema. En la misiva de recomendación, Jorge Knoblovits, titular de la DAIA, señaló que “el candidato propuesto reúne las aptitudes para el cargo y doy fe de su compromiso con los derechos humanos, la defensa de la Constitución y el Estado de Derecho, como así también la dedicación puesta al servicio de la administración de justicia durante toda su trayectoria, la cual data de más de 30 años».
Para reponer favores –haciendo caso omiso de la certificación del partido nazi– Lijo lanzó a principios de octubre una irrisoria campaña contra la Real Academia Española (RAE) en la que se le exigía la erradicación de una acepción del vocablo “judío”. En su dictamen de fines de septiembre, el candidato a convertirse en Supremo, señaló que “se encuentran reunidas las condiciones para sostener” que uno de los significados atribuidos contiene una estigmatización al ligarlo a la usura y/o la avaricia. La decisión del titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal 12 se efectivizó ante un pedido –curiosamente– de la DAIA, presentado el 28 de agosto.
Más allá de que el cuestionamiento filológico –realizado pro Lijo– sea pertinente y adecuado, aparece como indudable su intento que quedar bien con la DAIA, quien olvidó de forma patética la tarea sucia realizada por el juez en relación con Biondini. Para aumentar el fuego de artificio programado por Lijo en connivencia con la DAIA, el magistrado ordenó al Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) que impida en Argentina la visibilizarían de esa definición de la RAE. Sin embargo –informaron los funcionarios del ENACOM– esta institución carece de competencia y lo único que puede hacer es notificar a las empresas proveedoras de internet para que lleven a cabo el bloqueo.
Como era de esperar, ni la RAE ni las empresas proveedoras de Internet cumplieron con la promocionada demanda del dictamen. Pero la demostración grandilocuente sirvió como intercambio de favores. Hoy la DAIA y Ariel Lijo comparten criterios filológicos y se apalancan mutuamente. Mientras tanto, el huevo de la serpiente de Biondini, hoy trasmutado en discurso violento y altisonante mileísta continúan dejando en los basurales mediáticos sus larvas de odio, estigmatización y desprecio.