Paradojas de la cuarentena

No sabemos cuándo podremos volver a abrazar a quienes queremos. Pero necesitamos una emocionalidad flexible, que nos permita sentir que precisamente en esa distancia está el afecto y la responsabilidad.

Hay mañanas en las que me despierto y repaso mentalmente adónde tengo que ir. Es un entresueño ligero y breve, que dura un suspiro: hace más de un mes que no voy a ninguna parte, salvo a la verdulería y al negocio de enfrente que vende productos de limpieza sueltos. Se llama “Pura química”.

Pura química hay entre las personas, escasas veces. Hasta ahora cuando usé esa expresión siempre fue para referirme a esos buenos encastres personales o laborales que hacen que no haya urticaria, ni competencia, ni recelo. Hace más que un mes que quienes cuarentenamos solos nos encontramos hablando en voz alta sólo para escuchar una voz. No estoy sola en rigor: los salchichas Hugo y Raquel me acompañan, ella con su reciente ceguera, allí donde yo vaya y sin perder las ganas: me siguen del baño a la cocina, del dormitorio al living, se paran cuando yo me paro, y siempre están bien predispuestos para escuchar todo lo que les digo: tienen once años pero nunca les había hablado tanto.

Me encontré en este mes un par de veces con afectos muy cercanos, pero a un metro y medio de distancia. No sabemos cuándo volveremos a poder abrazar y besar a alguien querido que no se internó con nosotros el día vago y confuso que entramos a nuestras casas y nos dimos cuenta de que ya no volveríamos a salir.

Momentos de energía y de tristeza sobrevienen con y sin cuarentena. Pero estamos “esperando que llegue lo peor”: fue impactante ver cómo fueron acondicionados como hospitales lugares como Tecnópolis, Chapadmalal o clubes deportivos. Pero lo que vimos fueron camas vacías. Sobrevuela sobre nosotros la imagen de esos lugares ocupados por personas contagiadas. Con conciencia o sin ella, nos estamos preparando para eso, y el miedo por los amores y por uno mismo toma la forma de un nudo de angustia que sube y baja sobre nuestro ánimo.

Nunca imaginamos que viviríamos estas circunstancias tremendas. Las características de este virus son asociales: instala una desconfianza implícita sobre los otros, y es recíproca, porque también nosotros podemos ser peligrosos para ellos. Atravesamos la enorme paradoja de demostrar responsabilidad y afecto social menteniéndonos lejos el uno del otro, renunciando a la conversación callejera en la farmacia, porque con el barbijo no se puede hablar.

Y así y todo, en ese aislamiento social que a veces nos provoca ahogo o ansiedad, reside ahora nuestro respeto por nosotros mismos y los demás. Necesitamos toda nuestra flexibilidad emocional para internalizar que mientras no haya vacuna ese distanciamiento es de otro orden del que conocimos antes. Es la forma que hoy toma la conciencia y la puesta en valor de la vida.

Y nos acompaña, sí, el orgullo de haber reaccionado pronto. De haber tenido al mando a quienes optaron por salvar vidas antes que salvar lo que los ricos llaman economía y es su plusvalía.
Ninguna experiencia mundial refuta las medidas que se han tomado en la Argentina. Porque hubo un presidente que primero que a nadie escuchó a quienes mejor podían aconsejarlo en esta crisis: los expertos en infectología.

Los ricos como Rocca, a quienes representa la oposición que se niega a que grandes fortunas paguen un tributo para sostener empleos durante la tormenta, no van a ir a trabajar a las fábricas.
Rocca no estaba en Bérgamo cuando los italianos comenzaron a caer como moscas. No quieren aportar nada porque la vida no les importa, si ellos mismos saben que un obrero o un trabajador infectado pudo contagiar a toda una planta. Ellos hablan desde un lugar artificial que así como lo construyeron, se puede deshacer. No es “natural” la riqueza concentrada, y es ahora cuando eso debe flotar, en el medio del río de muertos, como un gomón pinchado que es el que los ricos le reservan a la base. Todo el tiempo que hemos ganado hasta aquí, todos los obstáculos y las añoranzas que nos duelen a la mañana o a la noche de cada día, no pueden ser tiradas por la borda porque un puñado de ricos apretadores no se resignen a tener un poco menos, porque tengamos una oposición despreciable o una Corte Suprema vergonzosa.

Son de metal, no de carne y hueso: saben que convocan a la muerte, pero no les interesa. De modo que habrá que defenderse, paradójicamente, abrazado no ya al ser querido, sino a la distancia que se interpone: es muy difícil, pero en este tramo distópico de nuestras vidas, el cuidado está en esa distancia, y la esperanza está, otra vez, en nuestra resistencia.

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2 comentarios

  1. Original y valiosa argumentación acerca de estos días que nos tocan vivir .
    Debemos ver siempre el vaso medio lleno .
    Es fácil esta aseveración porque podemos quedarnos en casa ; otros y otras no corren con esa suerte .
    No obstante , se creó un cuco, real o imaginario, acerca del pico de la pandemia. Unos dicen mayo , otros junio, julio , agosto , y los carroñeros de TN hablan de hasta el 2022 .
    De todas maneras , hay que aplicar el sabio consejo campestre : » Tranquilidad y viento fresco » .
    Me parece un espanto ese aviso de YPF de que estamos en guerra con el coronavirus , y se utiliza una voz gravida , con estatuas imponentes de próceres, convocando a una épica absurda .
    No es una guerra . Ninguna guerra , que yo sepa , se libra quedándose en casa ; pero los publicistas son especialistas en bosquejar pavadas .
    En cuanto a los afectos personales y familiares hay que ponderarlos y resguardar los con la clara conciencia de que el aislamiento es la única y mejor opción posible para proteger nuestra salud .
    Tampoco dramaticemis en este punto y hagamos una novela de Migre .
    Hay que bancarsela .
    Por último, el estiércol que está del otro lado , empresarios , industriales , economistas , periodistas , con sus actitudes , demuestran lo de siempre . Son una maquinaria de impedir .
    Omiti en el listado a los jueces ; menos mal que me acordé .
    Sandra : claridad mental ( más que nunca ) , temple , enjundia , y no enredarse para nada en las bajezas de los ajenos y los propios .
    Sé que la remas desde que llegó el macrismo al poder ; sé que fuiste estigmatizada , sé que fuiste incomprendida , y te soltaron la mano , pero debes estar entera , sabiendo que tu inmenso bagaje cultural y herramientas intelectuales te posibilitarán la comprensión cabal de lo que vivís y nos toca vivir .
    No te angusties .
    Valete del auxilio de esas mujeres solitarias , cuya publicación subiste .
    Ahira se entiende por que .

  2. Hola Sandra!
    Un placer, como siempre. Leerte y escucharte. Gracias por ser el salvavidas de muchos de nosotros durante 4 años y por sobrevivir a la ola de desagravio y odio que te golpeó con dureza.
    Te cuento que soy médica y vi con tristeza y enojo como se viralizo en redes una carta antipolitica llena de odio de una colega al presidente. Cuando la publicó Clarín decidí escribir mi propia carta para reflejar lo que pensamos muchos otros médicos argentinos en esta hora terrible que le toca vivir al mundo y a nuestro país. Te la envío para que si estás de acuerdo me ayudes a difundirla. Desde ya muchas gracias. Te abrazo, con uno de esos abrazos que tanto nos faltan a todos por estos días.

    15 de abril de 2020, Buenos aires, Argentina

    Señor Presidente de la Nacion, Alberto Fernandez.

    Mi nombre es Georgina Di Gennaro. Soy médica pediatra. Tengo tres hijos. Estudie en la Universidad de Buenos Aires y me forme y trabaje en el Hospital de Clinicas de CABA. Actualmente me desempeño en el sistema privado de salud.

    Motiva esta carta la misiva que le dirigió una colega y que se viralizo en los últimos días.
    En primer lugar creo que mi colega tiene toda la razón en reclamar por su sueldo. En los últimos 4 años los ingresos de la inmensa mayoría los argentinos perdieron un 50 % de poder adquisitivo en promedio. Mi colega está indignada. Y tiene razón. También lo estoy. Aunque, debo decirlo, las decisiones políticas que ocasionaron tal descalabro en nuestra economía doméstica no han tenido que ver con su mandato. Disiento además con ella en que me importa poco cuanto ganen los políticos. Pues no es lo que ganan sino lo que deciden lo que nos cambia la vida.
    Creo en la política como herramienta para administrar la vida en sociedad.
    Si algo nos enseña esta pandemia es que no sobreviviriamos jamás en soledad.
    Porque también me levanto a cualquier hora a atender pacientes. Y considero que merezco una retribución justa por mi trabajo. Pero soy consciente de que mi trabajo no tiene sentido si la población no accede a cumplimentar su calendario de vacunas por ejemplo.
    Debo ser sincera. Lo vote. A usted y al resto de mis representantes. Para que cobren su sueldo y tomen decisiones.
    Lo vote para recuperar el Ministerio de Salud y el de Ciencia que la administración anterior decidió suprimir, y que hoy están al frente de las decisiones que nos guían y organizan. Le estaré eternamente agradecida por cumplir su promesa de campaña en este sentido. Es inimaginable pensar en enfrentar esta pandemia como personal de salud de no contar con ellos.
    No le perdono a la política que Argentina no cuente desde hace 4 años con Direccion Nacional de Enfermedades Transmitidas por Vectores. Lo vote para que frente a la actual epidemia de dengue contemos nuevamente con tan indispensable organismo público.
    Lo vote para restablecer y garantizar el calendario de vacunas obligatorias y gratuitas, herramienta que nos permite vivir a salvo de situaciones como esta.
    Debera usted asegurarse de que en Argentina se continúe produciendo la única vacuna que existe en el mundo para fiebre hemorrágica argentina y cuya producción llegó a suspenderse por decisiones políticas.
    Lo vote porque hay que revertir el desfinanciamiento que sufrió el Malbran también por decisión política. Y que no es ni más ni menos que el reflejo de una gestión que en nombre del odio al estado se dio el lujo de abandonar la salud, la ciencia y la investigación públicas.
    Me urge por ejemplo pedirle que reincorpore en el Hospital Posadas a los jefes y trabajadores de tantos servicios que dejaron de existir en nombre del achique del estado. Y que no permita que el hospital escuela donde me forme acabe siendo un emprendimiento inmobiliario.
    Me indigna pensar que la capital de mi país categorice la enfermería como trabajo administrativo. Y esa es una aberración política que se debe enmendar. No quiero el sueldo de Larreta. Quiero que mis compañeros de trabajo que hoy exponen su vida en sus puestos sean reconocidos como tales.
    Lo vote además para que investigue dónde fueron a parar los 100.000 millones de doláres por los que tendrán que pagar mis hijos y nietos, deuda que seguramente condicione no solo los sueldos de toda la administración pública por muchas generaciones sino las jubilaciones de todos los que hoy trabajamos a destajo para ganarnos el pan.
    Y por último lo vote para que no ceda ante las inmensas presiones que soporta todo político desde el poder real para que decida en detrimento del bien común y a favor de sus intereses.
    Es una decisión política la que en estos momentos necesitamos para conseguir los fondos que desesperadamente hacen falta para hacer frente a esta catástrofe. Que las grandes fortunas por una vez contribuyan. El 1,5% de lo que acumulan sin sentido sería suficiente para preparar al sistema de salud para lo que se viene.
    Tiene usted y su gente la responsabilidad de tomar el timón y velar por nuestro bienestar. Y así lo están haciendo. Los apoyamos. Continue tomando decisiones que favorezcan a la mayoría. Tengo la certeza de que su sueldo y el de sus colaboradores seran una inversión para este país.

    Georgina Di Gennaro
    MN 117.241

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