Corazón kirchnerista

Nadie dijo que era fácil. Y por lo visto, es muy, muy difícil volver, como creíamos hace tan poco, a
algo así como aquellos gloriosos doce años, del 2003 al 2015.
Como estoy harta de la cosificación que se hizo del kirchnerismo, como estoy sinceramente
podrida de ese consenso reaccionario en relación tanto a la efectividad y profusión de las políticas
kirchneristas, como de la falta de valores que se nos atribuye, digo: cortenlá.
Y en cuanto al peronismo: lo que hubo antes de Néstor fue muy parecido a esto que empieza a
traer Milei. La venta de las joyas de la abuela. Si hoy las tres banderas de Perón están en alto, fue
solamente porque las levantaron Néstor y Cristina y las hicieron realidad efectiva.
Somos eso. Este sector que somos, que puede estar en retroceso pero que no dejó de latir un
segundo ni lo hará, somos eso que vivimos. El único desafío a la casta que vivimos. El único tiempo
en el que las libertades avanzaron.
Eso no significa la romantización del pasado. Pasó el tiempo y persiste la persecución. Hemos
apoyado a Massa desde la razón y el corazón. Creemos en un panperonismo y en la unidad
nacional.
Pero es hora de dejar de pedir perdón por ser militantes de la fuerza política más vital y bella que
conocimos. Lloramos de alegría cuando se reestatizaron los fondos previsionales, YPF, Aerolíneas,
cuando de creó la AUH o cuando cada pibe tenía su computadora. Y por supuesto, cuando los ddhh
de convirtieron en la política de Memoria, verdad y justicia.
Esta vertiente que no está llena de chorros ni es conducida por una chorra, sino por la dirigente no
casualmente más demonizada por la reacción, merece esta reivindicación espontánea que vaya a
saber por qué se me ha ocurrido esta noche.